Rosa María O´leary
La desvergüenza con que se ventilan las negociaciones políticas por los hombres y las mujeres más poderosos (al menos eso creen y nosotros lo hemos creído) del país es una prueba contundente de la impunidad que prevalece en nuestro país.
Que fácil tener poder cuando posees los poderes fácticos, o los poderes fácticos te tienen, cuando tienes en tus manos las vidas y haciendas de tus agremiados, cuando amenazas y ante la desinformación de todo un pueblo nos hacen creer que mediante el voto elegiremos a nuestros gobernantes, cuando se gastan millones de pesos en campañas ridículas a sabiendas de que las negociaciones se hicieron ya no en lo obscurito, sino a plena luz del día y ante las miradas atónitas unas y complacientes otras de los que todavía se desgarran las vestiduras por sus partidos.
No se necesita ser muy inteligente, solo no tener escrúpulos y pasar sobre las leyes alardeando de las acciones de corrupción; que fácil cuando un presidente tiene que guardar silencio ante el descobije del que hace gala la mujer “más poderosa” de México, que fácil cuando los nuevos aspirantes a ocupar los puestos de decisión ceden a las bajezas de quien los maneja a su antojo y esperan cual miserables seres que los voltee a ver con benevolencia esperando su apoyo, ¿a cambio de qué? de lo que sea, lo importante es estar bien con la “maestra”.
Que poco valor le dan a su conciencia aquellos que presumen tenerla, a su inteligencia las mentes que se creen brillantes, que poco respeto a un pueblo que no tiene alternativa, hasta que él solo entienda que nadie será su salvador solo el conocimiento y el desconocimiento a tales entes.
La basura sale de un lado y otro, la corrupción evidente que volverán a decir “no puede probarse”, como si el enriquecimiento inexplicable no fuera prueba suficiente, aunque en nuestro México las ladronadas se convierten milagrosamente en riquezas de abolengo, herencias de los abuelos o fruto de la cultura del esfuerzo.
¿Qué hay detrás de todo esto?, hace unos días Felipe Calderón en el discurso del día del maestro dijo:
“Así que, seguiremos trabajando, maestra, seguiremos trabajando juntos, al lado de ustedes, maestras y maestros de México, con la plena convicción de que sembrando mejor educación, cosecharemos bienestar, progreso y desarrollo para los mexicanos.
Y vendrá el México que queremos, que será un México fuerte. Un México fuerte, por estar mucho mejor educado”.
A lo que la profesora entre otras cosas contestó:
“Señor Presidente no hay duda, es usted el presidente de la educación, Muchas gracias”
Ya no tan solo del empleo, también de la educación.
Además Elba Esther agregó:
“Estamos con usted, porque cuando crece la mala hierba y afecta los sembradíos hay que cortarla de raíz aunque las manos de nuestros campesinos se dañen, y aunque se lastime la vara más dura, hay que arrancarla desde el fondo y en eso estamos con usted presidente (…) ya basta de impunidad, de violencia, de que atenten contra la vida y la salud”.
Parece ser que Calderón tomó muy en serio las palabras de Elba Esther y al menos ella puede ser el primer y único pez gordo del sexenio, y así como a ella y a él no les importan las manos de nuestros campesinos, igual a los millones de maestros que han aguantado apocadamente tanto latrocinio, no les importará la suerte que corra su líder “moral”.
Rosa María O´Leary
Ciudadanos por el Cambio Democrático.
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