El 8 de marzo no se celebra
Z. Margarita Bejarano Celaya*
El 8 de marzo no se celebra. No podemos festejar que los mismos reclamos de equidad, libertad y justicia que hacían las feministas del siglo antepasado y que su exigencia por los derechos humanos de las mujeres al voto, a la paz, a ocupar cargos públicos, al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral, sigan vigentes. Desafortunadamente, la gran mayoría de las y los servidores públicos y representantes populares en Sonora, no entienden su significado y aprovechan este día para vender la idea de que las mujeres prácticamente hemos irrumpido en todos los espacios y hemos sido liberadas de todos nuestros yugos. Se hacen ferias y se gastan muchos recursos públicos en acciones de unas cuantas horas que difícilmente representan cambios sustantivos en las condiciones materiales cotidianas de las mujeres. Se refuerza el estereotipo de la mujer como madre-esposa, responsable del cuidado de la familia y de l@s demás. Nos regalan rosas blancas en la calle, en lugar de políticas públicas laicas y equitativas, así... como el marido golpeador que compensa con regalos la infidelidad o el maltrato del día anterior.
En cambio, las feministas -y l@s no feministas consientes de los roles de género- conmemoramos esta fecha porque tiene un gran significado y valor, visibiliza las luchas de las mujeres a lo largo de la historia: desde Lisístrata que se puso en huelga sexual en la antigua Grecia para que terminara la guerra, hasta la lucha actual por el derecho a vivir una buena vida -feliz y placentera- que incluya la decisión libre y voluntaria de la maternidad porque las mujeres tenemos la natural capacidad de parir, no solo hijas e hijos, sino también ideas, conocimiento, revolución, sociedad y ciudadanía. Conmemoramos este día por las viejas y las renovadas luchas, por lo que se ha rezagado, por lo que se ha agregado y lo que se ha acumulado, pero -desde diferentes trincheras- trabajamos arduamente todos los días para construir condiciones dignas de vida.
El 2010 es año de centenarios, lo es también, aunque menos conocido, del Día Internacional de las Mujeres. Durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de 1910, realizada en Copenhague, se proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, a propuesta de la dirigente comunista alemana Clara Zetkin. Se instauró en la fecha, en honor a los cientos de mujeres de una fábrica de textiles de Nueva York, que el 8 de marzo de 1857, organizaron una marcha contra la discriminación salarial y las condiciones inhumanas en que laboraban, así como a otras muestras de lucha femenina dadas en diferentes partes del mundo en ese día en otros años.
Este centenario nos muestra además, la difícil labor feminista de luchar para cambiar las condiciones androcentristas que caracterizan al sistema económico, cultural y social hegemónico que se sostiene con la subordinación y el trabajo subvaluado de las mujeres. Cien años de lucha y de logros que han costado vidas de mujeres, tiempo y trabajo solidario. Cien años que no han bastado para hacer entender a la sociedad -a hombres y mujeres, a las instituciones- que las mujeres tenemos derechos y que somos tan valiosas como los hombres. Por eso las mujeres feministas, seguimos intentando revolucionar/nos para continuar sin miedo a la felicidad, sin miedo del placer, sin miedo a asumirnos como seres polític@s. Sin miedo de luchar por un mundo mejor que es posible, con un nuevo contrato social, sexual y cultural.
*Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora, línea de investigación Desarrollo Económico y Exclusión social.
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