Columna publicada en periódico Expreso y en el boletín electrónico Portales de El Colegio de Sonora:
El valor de la información
Z. Margarita Bejarano Celaya
mbejarano@posgrado.colson.edu.mx
Temas tan delicados como el aborto o el matrimonio y la adopción entre personas del mismo sexo han ocupado recientemente muchos espacios en los medios nacionales y locales.
Desafortunadamente, el grueso de las declaraciones carece de calidad, no porque no existan argumentos sólidos o personas con capacidad de elevar el nivel de la discusión, sino porque son pocas las que encuentran eco en los medios hegemónicos.
Los grandes medios de comunicación difunden y lucran con las declaraciones biliosas de quienes se resisten a la evolución social. Los gigantes de la comunicación a nivel nacional, tanto como los pequeños medios locales que dependen de la publicidad -principalmente comprada por el gobierno-, ponen en primera plana las declaraciones misóginas, homofóbicas y furibundas de la jerarquía política y religiosa, mientras rara vez encontramos -en páginas interiores y sitios de menor importancia- las declaraciones de ciudadanas y ciudadanos informados que, desde la academia o el activismo, ofrecen razones contundentes a favor de la equidad y del respeto a la dignidad humana.
Esta dinámica protege los intereses de la más acérrima tradición androcéntrista que busca mantener el lamentable estado en que se encuentran las cosas en el país y en las entidades que lo conforman, cada una con sus necesidades particulares, pero compartiendo la falta de sensibilidad, y en muchos casos la ignorancia de quienes gobiernan, legislan y deber hacen valer la ley.
Así pues esta mecánica con que se hacen públicas las opiniones, en cierto sentido frena el flujo de información abierta que permita a la ciudadanía analizar y considerar, para decidir por dónde seguir y elegir el modo, como dice la canción. Estos temas tienen directa relación con la forma en que concebimos a la sociedad en que vivimos y construimos desde hoy la que soñamos para el futuro.
Son temas sensibles porque afectan a toda la sociedad, por tal razón se debiera generar un verdadero debate de ideas, no para discutir si se debe permitir o no la interrupción del embarazo antes de las doce semanas o si parejas del mismo sexo pueden formar familias, porque esas son dos realidades de nuestra sociedad, porque quien decide ser padre o madre da la vida para conseguirlo y porque es un hecho que la mujer que decide no tener hijos(as) será capaz de arriesgar su vida para lograrlo.
La discusión se debe dar en la búsqueda de regular las condiciones en que estas decisiones se puedan asumir, garantizando el ejercicio de los derechos de todas y todos.
La buena noticia es que el acceso a Internet facilita la libre expresión, sobre todo de la población joven, en blogs, páginas informativas, medios alternativos y a través de las redes sociales, como Facebook, por ejemplo, donde existen grupos como: “1,000,000 de personas a favor del matrimonio y adopción gay” y “Apoyamos la despenalización/legalización del aborto”, mismos que cuentan con decenas de miles de seguidores.
La mala noticia es que de acuerdo con un estudio publicado por la UNAM en 2009, sólo dos de cada 10 mexicanos tiene acceso a Internet y aún es más reducido y privilegiado el porcentaje de personas que le utiliza de manera óptima, por lo que la información sigue siendo un fuero de pocos.
Es justamente este desfase en el acceso a la información lo que genera, en cierta medida, la polarización de opiniones en torno al aborto y al matrimonio homosexual (se trata de un principio básico de operación de los mercados, incluso del de las ideas: la información siempre es incompleta y asimétrica para los consumidores, razón por la cual no todos pueden hacer transacciones maximizadoras).
En marzo de 2009, una encuesta realizada por BGC y Asociados en Sonora, reveló que sólo el 18% de la población conocía la reforma al artículo primero constitucional que penaliza el aborto en el estado; no obstante, el 64% de la población encuestada consideraba que el aborto es un delito.
La recién publicada encuesta de Roy Campos (www.consulta.com.mx), ofrece un ejemplo de cómo la información es un elemento que permite a las personas mostrar sus posturas de una manera más responsable.
Ofrece información válida para Sonora recabada en tres momentos distintos, al comparar el periodo resulta que: en 2007 el 66% de la población consideraba que el aborto debía ser un delito, pero en diciembre de 2009 el porcentaje se redujo a 41%.
Por su parte, la proporción de personas que consideran que el aborto no es un delito se incrementó considerablemente, de 23% a 46%. Obviamente esta idea tiene mayor arraigo en las mujeres, en la población más joven, más educada y en aquélla que vive en áreas urbanas.
Considerando el desconocimiento que aún prevalece en la población en torno a los términos de la reforma y sus inmorales consecuencias para las mujeres y la sociedad, el flujo de información permea en la percepción de la gente. Tal vez si nuestras diputadas, diputados y gobernantes tuviesen acceso a más información y de mayor calidad, tendríamos un estado más justo y equitativo.
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