lunes, 29 de diciembre de 2008

Del Boletín electrónico Portales de El Colegio de Sonora

Los comentarios sobre el volumen estuvieron a cargo de Mireya Scarone, Gabriela González y Miguel Manríquez, este último, es profesor-investigador de El Colegio de Sonora.

La presentación se llevó a cabo el pasado 3 de diciembre, en el Teatro Emiliana de Zubeldía de la UNISON.

DOCUMENTOS

Mujeres al micrófono:Tres reflexiones tres

Miguel Manríquez Durán*

Reflexión primera: Junto con la crisis económica, política y moral, está presente un complejo proceso de integración económica en donde existen problemas económicos y de producción, políticos y de ideología, que tiene expresiones visibles en la vida cotidiana nacional.

Hoy, el deslavado paraíso del imaginario y el discurso de la clase política contrasta con la permanente incertidumbre cotidiana, más sujeta a los comportamientos del capital especulativo que a una realidad social, afectando todos los ámbitos de la vida cotidiana; entre éstos se encuentran, obvio es mencionarlo, la comunicación como campo en donde la vida colectiva se construye simbólica e ideológicamente1.

Lo cual, como todos sabemos, deriva en una mentalidad y el desarrollo de nuevos valores culturales que deben adquirir tanto hombres como mujeres para sobrevivir.

El Estado contemporáneo también se sustenta en la información para ejercer sus variadas funciones por lo que juega un papel comunicativo de relevancia ya sea como productor, consumidor, difusor o controlador de información.

Ahora existe, por un lado, el trato diferencial y pragmático y, por el otro, un permanente intento de homogenización de las actitudes de los medios respecto a las iniciativas oficiales.

Esta cuestión presenta diversas dimensiones de análisis, a saber: 1) el respeto y seguridad laboral de los informadores; 2) las relaciones del gobierno con los medios privados caracterizadas por el proteccionismo estatal, la diversificación empresarial y la cada vez más acusada simbiosis política de ambos; 3) el "adelgazamiento televisivo del Estado" en tanto estrategia de rentabilidad política y deficiente calidad comunicativa, cancelando el acceso de las iniciativas civiles mediante el proceso de reprivatización de los medios.

La cuestión de fondo es la indudable correlación entre los modelos económicos hegemónicos, los procesos de tecnología informativa y la creciente globalización de los medios de comunicación. Esta "tercera colonización" (como la llaman algunos expertos de la comunicación) consiste, palabras más palabras menos, en que ante el surgimiento y desarrollo de tecnología informativa de gran alcance y precisión –cada vez más perfectas y complejas– resurjan formas de imposición de información y modos de pensamiento único.

El libro Mujeres al micrófono nos deja bien claro que no se trata solamente de la creciente globalización de las economías sino también de la noticia, la información y el conocimiento.

También nos referimos a los cambios en los valores éticos, estéticos e identitarios en las mujeres generados a partir de la transformación de la informática y las comunicaciones. Para decirlo de una vez: los procesos de globalización de las ideas, los símbolos y valores determinan, también, el desarrollo de la producción del conocimiento y las diversas formas de interpretación del mundo de la vida que las mujeres, en tanto actores sociales, viven desde su función de comunicadores.

Reflexión segunda: Si con Marcela Lagarde vemos en el feminismo una alternativa al Estado Patriarcal Mexicano, ello nos conduce a elaborar una problematización en donde la mujer, en su condición genérica y como sujeto social, se inscribe en la esfera del Estado mexicano. Desde esta perspectiva, el Estado mexicano presenta varias características que determinan la historicidad de las mujeres.

Sin embargo, en el plano de un Estado Neo-patriarcal concurre un proceso tendiente a la desconstrucción genérica que fortalece las habilidades y destrezas ya que es un hecho que la sociedad requiere cambios en las mujeres.

El Estado se presenta también como síntesis de la parcial democratización genérica de las mujeres en distintos campos: en la educación como reproductora de valores y educandas, en la salud como cuerpos maternos y sujeto reproductor, en el trabajo, los servicios y las profesiones, en el Estado como sujetos jurídicos, en la política como sujetos políticos que buscan la transformación de la sociedad, la vida privada y la sexualidad, la vida pública, la vida jurídica y judicial del Estado.

En otras palabras: una cultura política que se ejerce a través de las mujeres en los medios que ejecutan su trabajo haciendo “personal el orden político” y definiéndose a sí mismas como mujeres que incorporan “como política la dimensión personal de la vida”.

Reflexión tercera: Una observación: en las semblanzas de las entrevistadas no aparece la noción de que también son expresión de una tradición histórica del periodismo hecho por mujeres en Sonora. Tal como concluyó la investigación de Elizabeth Cejudo sobre “Discurso y esfera pública. Mujer y prensa en Hermosillo, Sonora. (1934-1938)” –dirigida por mi- vale la pena recordar a Foucault cuando afirma que la “verdad” de un discurso depende de quién controle ese discurso.

Por lo que es razonable suponer que la dominación masculina de los discursos en el periodismo ha buscado encerrar a las mujeres en esa “verdad” masculina.

En otras palabras, tanto las convenciones y los valores han sido conformados por hombres y las mujeres que han luchado para expresar sus propias preocupaciones en un modo de hacer comunicación que, de alguna manera, deja tras de sí el potencial para desarrollar una femenina discursividad propia que socave valores logocéntricos masculinos.

Veo en las semblanzas publicadas en el libro un discurso que, en algunos casos, sin ser conscientemente feminista, es coqueto, juguetón y se niega a afirmar conclusiones o a establecer verdades, dejando así un perturbador estilo cuya característica fundamental es que constituye un sistema irracional abierto que desbarata la tiranía del significado unitario y el discurso logocéntrico.

Así se establece subversivamente una perspectiva diferente al socavar la precisión de juicio y la estabilidad como el centro de atención narrativo y ve en las disgresiones marginales de los puntos de vista de las entrevistadas un sino linguístico en donde los juicios se anticipan y las conclusiones no se alcanzan. Es decir, que la aparente “dispersión discursiva” en el discurso de las mujeres socava sutilmente todos los valores y estereotipos “masculinos”.

En “Professions for Women”, Virginia Woolf consideraba que su propia carrera estaba obstaculizada de dos maneras2. Sin embargo, ella alcanzó a proponer la biografía personal unida inseparable e indistinguiblemente al tiempo histórico, es decir, que, en el caso del libro de Norma Alicia, falta por construir las coordenadas de las vidas individuales y privadas referenciadas por los eventos históricos y los acontecimientos sociales extremadamente complejos y determinantes no sólo para ellas, las mujeres, sino para la vida sonorense.

Así pues, ¿cómo separar la Revolución Mexicana en Sonora y sus efectos de la vida de Enriqueta de Parodi? ¿Cómo desvincular el tránsito de la violencia del movimiento armado hacia la reconstrucción de un país sin asociar la productiva vida de Rosario Sansores a su momento social? ¿Cómo no considerar la biografía de Soledad Pérez y su conocimiento de un momento social como la reconstrucción sonorense? ¿Cómo imaginar la vida de Rivas Mercado sin El Ateneo de la Juventud, los Contemporáneos, la campaña Vasconcelista y la vida cultural mexicana?
Siguiendo este razonamiento puede decirse que el reto futuro es transitar a individuos universales, mujeres de su tiempo y, luego entonces, intelectuales comprometidas.

Por ello, si definiéramos a una comunicadora como intelectual diríamos que es una pensadora creativa que asume posiciones críticas en la búsqueda de soluciones más humanas y racionales desde una perspectiva de valores trascendentales y que trasmite ideas a un público amplio.

Igualmente, puede decirse, en términos más sencillos, que una intelectual es toda aquella mujer que supone, en principio, que su interlocutor es intelectual, es decir, un individuo capaz de tener pensamiento abstracto y verbalizarlo mediante ideas claras y comprensibles porque esas intelectuales tienen la capacidad de intervención y su independencia de criterio y pensamiento. Este libro es un avance más en ese horizonte.

Una segunda observación: el libro de Pimienta y sus colaboradores ponen en evidencia la urgente necesidad de explorar sistemáticamente en el periodismo hecho por mujeres, particularmente en el Sonora contemporáneo.

Eso permitiría aclarar un pedazo de historia no sólo con periodizaciones y clasificaciones sino con análisis del discurso, historia cultural e historias de vida tan imprescindibles para recordar el futuro.

En este sentido hubiera deseado en lo personal ver en estas páginas los testimonios de Delfina Falcón, Elizabeth Quijada, Aurora Retes, Mónica Luna, Dolores del Río, Lily Téllez, Aurelia Fierros, Gisela Arriaga, Mirna Pineda, Mónica Félix, Irasema Blanco, Margarita Beaven, Soyna Daniels, Elsa Núñez y Silvia Teresa Manríquez entre otras que hoy escapan a mi cincuentenaria memoria. Además de felicitarles, a las comunicadoras les diría solamente que hagan posible, lo deseable y que tomen del mundo lo que de él les pertenece.

Otra cosa: una nota muy personal: como muchas de ustedes comprenderán, debo hacer notar también la ausencia en este libro de una pionera de la prensa, radio y televisión en Sonora en los 80s: me refiero a la Maestra en Ciencias Susan Chico Smith quien con su inteligencia, audacia y reciedumbre también ocupa su lugar en esta historia de mujeres al micrófono. Olvidaba decir que ella es mi compañera sentimental y que me ha permitido llegar a su alma: un alma que es luz y tempestad.

1Va un sólo dato: la estructura monopólica en los medios (modelo estadounidense) tiende a aumentar a nivel mundial. Según analistas de Wall Street, para la presente década sólo media docena de compañías controlarán el mercado de la comunicación. En Estados Unidos, de los 1700 diarios, el 98 por ciento tiene monopolios locales y menos de 15 corporaciones controlaban (en 1987) más de la mitad de toda la circulación diaria nacional.

Las revistas eran editadas por un puñado de compañías, con TIME, INC. sola con el 40 por ciento de las ganancias por este concepto. Los Estados Unidos controlan, según la Organización Internacional de Periodistas, cerca del 75 por ciento de la circulación mundial de programas comerciales de televisión, 65 por ciento del cine, 60 por ciento de los discos y 89 por ciento de la información comercial.

2En principio, como la mayoría de las escritoras del siglo XIX, estaba atrapada en la decimonónica ideología que ve en la condición femenina la representación de la mujer como “señora de la casa”. En segundo lugar, la no expresión de la pasión femenina limitaba su capacidad creativa para abordar las experiencias de su propio cuerpo.

En otras palabras, Woolf siempre pensó que las mujeres escribían de manera diferente porque su experiencia social es distinta y no porque fueran sicológicamente distintas a los hombres.

*Profesor-investigador del Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora, mailto:mmanriq@colson.edu.mx

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