Tres años sin Priscilla Carolina Hernández y sin justicia
Silvia Núñez Esquer
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Aracely Guerra |
Hermosillo, Sonora, 30 de junio 2016.- Miedo, pánico,
insomnio, negación, terrores nocturnos, ansiedad, son emociones que van mucho
más allá de la nostalgia que le produce a Aracely Guerra Santacruz entrar al
que fuera el cuarto de su hija Priscilla Carolina Hernández Guerra.
Ahí están sus juguetes, su ropa, sus fotos, sus recursos
técnicos de comunicación, pero también ahí concentrados están su risa, su
canto, sus planes truncados, sus proyectos destrozados, su forma de describir
en audio y video sus vivencias para compartirlas con su familia. Ahí está su
voz, su imagen grabada, esa que como puede ser reconfortante para evocar su
amada presencia, puede ser lacerante y constituir una tortura en los días en
que la única pregunta es ¿Por qué? Y el deseo traducido a palabras es el
desesperado: ¡No puede ser!
La culpa por no haber adivinado o presentido el final de
Priscilla, desgasta la serenidad de sus padres. Aracely Guerra y Jorge
Hernández comparten por separado la angustia de sentirse insuficientemente
protectores de su hija de poco menos de 21 años y que hace tres fue sacrificada
por su novio Singh Siddharth.
El turista de origen Indio, radicado en Estados Unidos vino
a Hermosillo a conocer a la familia de Prisilla, se fue de paseo a las playas
más cercanas ubicadas en Bahía de Kino, y ahí decidió que como hombre era dueño
del destino de esa joven vida y de la manera más cruel que pudo, atacó e impidió
que la resistencia y lucha que ella dio por su vida, fueran suficientes para
sobrevivir.
Este 1 de julio de 2016 se cumplen tres años de que esta
familia libra una lucha constante contra emociones que trascienden hacia lo
físico. Treinta y seis meses de lucha jurídica para que el “síndrome” Florence
Cazés no gane la batalla, pues a través de sus abogados Siddharth ha hecho todo
lo posible por ampararse contra el proceso judicial, pues aseguran que desde el
principio hubo fallas.
Pero las fallas procesales no fueron suficientes para borrar las imágenes que los testigos vieron en aquel departamento de renta de Bahía de Kino, quienes han sostenido su declaración. Si bien un juez le otorgó el amparo, la escena del turista feminicida sobre el cuerpo sufriente de Priscilla no permitió la segunda injusticia, es decir, la libertad del presunto responsable del feminicidio de la joven Hernández Guerra.
Hay una nueva administración estatal, “se están portando
bien”, están haciendo las cosas honestamente, narra Jorge Hernández, padre de
Priscilla, quien no ha dejado un solo día desde que su hija fue asesinada por el
novio, de ir, venir, intentar, viajar, buscar a funcionarios, ministerios
públicos, jueces, magistrados, empleados de la embajada India en México,
buscando la entrevista con el Embajador, intentando apoyo de Relaciones
Exteriores, todo lo que ha estado a su alcance lo ha hecho.
Jorge Hernández fue la imagen que conocimos de la
desesperación por la impunidad que se perfilaba
Jorge Hernández |
Pero ahí estaba él para hacerlo público. A las puertas del
palacio de gobierno buscando hablar con el gobernador, con el procurador, con
el presidente del Poder Judicial, con quien hubiera que ir, hasta ahí el dolido
padre llegó.
Hoy está convertido en el observador número uno del nuevo
proceso que se inició a partir de que se concedió el amparo al probable
responsable del asesinato de Priscilla Carolina Hernández Guerra, quien
permanece en prisión en Hermosillo, ante un nuevo proceso que a decir del Sr.
Hernández se está llevando en forma totalmente distinta, limpia, honesta y
diligentemente. Por ello, tiene esperanzas de que este mismo año pueda dictarse
una sentencia condenatoria, de acuerdo a la magnitud del daño que ocasionó al
privar cruentamente de la vida a su hija.
El vacío de Priscilla
“Me da mucha nostalgia entrar a su cuarto, pero siento que
es mucho más que eso. Duré mucho tiempo sin poder entrar, siendo que antes me
gustaba incluso quedarme a dormir ahí”, cuenta Aracely. Su refugio ha sido la
religión cristiana y el trabajo. El mantenerse ocupada le ha dado cierta
estabilidad para sobrellevar lo que nunca imaginó viviría alguna vez: La muerte
de su hija. Y mucho menos, una partida tan violenta como fue la de Priscilla.
La culpa se asoma de vez en cuando transformándose en
síntomas físicos, los cuales atiende de inmediato pues tiene que estar bien para
sus otras dos hijas y para sus nietos, afirma. Los tres años han sido muy
difíciles, lucha continua de emociones y la salud, porque no se ha hecho
justicia. Es consciente de que la sanción del perpetrador no le va a devolver a
su hija, pero es muy importante para tener paz. Se aprende a vivir con eso, hay
momentos de mucha frustración, impotencia, crisis nerviosa, pánico, de no
tenerla cerca de ella, comenta. Me voy a morir con esa lucha, dice. Pensar en
sus otras hijas, en sus nietos, en sus hermanos, es la forma en que puede
resistir el dolor.
Por mi niña hermosa, amada, por amor a ella trato de ser una
persona fuerte, sonriente, afirma. Lo que siento nunca lo voy a desechar de mi
vida, está en la piel, está en el corazón, pero tengo que aprender a vivir sin
ella, resuelve.
Aracely aspira a que el nuevo proceso sea honesto, que las
personas que están decidiendo tengan corazón para que sean un ejemplo, y que no
se dejen llevar porque les ofrezcan dinero. Dentro de toda la tribulación que
se hace en la mente como madre, ella le pide a su dios que le de la paz de
espíritu para poder esperar la justicia. Hasta ahora no se ha acercado a otras
madres en la misma situación, pero les gustaría abrazarlas porque sabe cómo se
sienten.
El caso de Priscilla Carolina Hernández Guerra detonó la
decisión de la sesenta legislatura del congreso del Estado de Sonora, para
aceptar tipificar el feminicidio en la entidad el 13 de noviembre de 2013. Sin
embargo, irónicamente su muerte no pudo ser juzgada bajo esas reglas, por lo
que dada la forma en que se inició el proceso, el caso ha estado en serio
riesgo de quedar impune. La sanción para el responsable no llega aún, pero
ambos padres, por separado, confían en que la justicia llegue para Prisilla, y
que llegue pronto.
En 2013 asesinaron a 57 mujeres y niñas en Sonora. De éstas,
55% fue asesinada por su pareja, ex pareja, novio o familiar. 21% tenían entre
20 y 40 años. Priscilla Carolina era una de ellas. Por eso cada vez que Jorge
abre el expediente o visita un juzgado; o que Aracely intenta entrar al cuarto
de Prisilla, sus emociones y sentimientos van mucho más allá de la nostalgia.
En memoria de Priscilla Carolina Hernández Guerra y para
exigir justicia, Bordando por la Paz convoca a todas las personas interesadas,
a un bordado colectivo este sábado 2 de julio a las 6:00 PM en la Plaza
Zaragoza de Hermosillo, Sonora.
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