Silvia
Núñez Esquer
Leyla Acedo
Ung es Licenciada en Derecho, Maestra en Ciencias Sociales, y candidata a
Doctora en
Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad
Xochimilco. Mujer independiente, feminista, con fuerte convicción de que el
ejercicio de derechos humanos es posible y que éstos se deben exigir.
Mujeres en apoyo a Leyla Acedo |
Profesionista
brillante, entre otros logros obtuvo el segundo lugar con su tesis de Maestría:
"La luz de Eva. Análisis desde la perspectiva de
género del Programa Bienvenida a Todos los Nuevos Sonorenses.
Hermosillo-Nogales",
en certamen convocado por el Instituto Sonorense de la Mujer. Cuenta con varios
artículos en publicaciones académicas referentes al sufragio de las mujeres en
México y Sonora, violencia de género, el aborto como dispositivo de control del
cuerpo de las mujeres, entre otros.
Originaria de Hermosillo, migró hacia la Ciudad de México, primero para
estudiar su Doctorado en Ciencias Sociales, después a trabajar, siempre con la
premisa de que las mujeres somos capaces de destacar profesionalmente y de
proponer soluciones concretas a la problemática no sólo que nos aqueja a las
mujeres, sino al país en general, en igualdad de posibilidades que los hombres.
Feminista, autónoma, solidaria, decidida a planear su vida de acuerdo a
sus principios y decisiones propias, no tiene en su horizonte inmediato casarse
o tener hijos. Por ello su sorpresa fue mayúscula cuando su jefe, el consejero
nacional del Instituto Nacional Electoral (INE) José Roberto Ruiz Saldaña,
especialista en Derechos Humanos, le proponía tener un hijo con ella, tranquilamente
sentado, instalado detrás de su escritorio de jefe, como si fuera un frío dictado
para una secretaria.
Creyendo que era broma, desde el principio Leyla lo tomó como un
desafortunado comentario del consejero. Fue hasta después de que ella habló
claro para exigirle respeto de un superior a una subalterna, y que se limitara
a tratar asuntos de trabajo, cuando conoció la furia del macho rechazado.
El hombre pasó entonces de ser un hostigador sexual a un jefe
maltratador que utilizó el hostigamiento laboral para castigar a quien osó
rechazar sus propuestas, por demás fuera de lugar. Durante meses la entonces
asesora de Ruiz Saldaña pasó por diversas humillaciones, bloqueo en la
comunicación, campaña de desprestigio hacia la calidad de su trabajo por parte
de su ex jefe, retiro de su oficina para que trabajara desde su casa, mientras
la oficina permanecía vacía, y algunas otras ocurrencias que hacen pensar más
en un macho herido que en una persona preparada intelectualmente, y sobre todo
ubicada en su posición de servidor público que debe respeto a todas las
personas y a su país.
Además del daño emocional que Leyla describe le causó ser víctima del
hostigamiento sexual y mobbing, lo grave de la situación es que todas y todos
los mexicanos, estamos viendo con estupor que las personas a las que les
pagamos estratosféricos salarios, mientras desempeñan altos cargos en el país,
están aprovechando su posición jerárquica para ejecutar cualquier cantidad de
abusos, tomar posturas discriminatorias como ocurrió con el presidente del INE
contra las etnias de México, mientras nosotros pensamos que utilizan su tiempo
para realizar un trabajo profesional, concentrados en trabajar en beneficio de la democracia y los derechos
humanos.
¿Qué estaría pensando el consejero Ruiz Saldaña cuando utilizó las
instalaciones del INE, el tiempo laboral que le paga el INE, los recursos
humanos que le proporciona el INE, y la posición que le da el ser uno de los
once consejeros del INE en el país, para hostigar a una de sus subalternas?
Seguramente lo mismo que pensaron el funcionario de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos que hostigaba a sus empleadas hasta que éstas lo denunciaron
y pudieron hacer algo para evidenciarlo. Tal vez lo mismo que el maestro que
enmascarándose en su “especialidad” de derechos humanos, utilizaba esa piel de
cordero para hostigar a empleadas en la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México.
Y seguramente no son todos, pues en muchas instituciones se presenta la
violencia sexual y laboral contra las empleadas, pero las razones son diversas
para que ellas decidan quedarse calladas o renunciar para no seguir viviendo la
violencia sexual y laboral. Todos estos agresores tienen algo en común: Se
piensan intocables y por lo mismo, estiman que nadie los va a denunciar pues se
sienten protegidos por sus redes de poder.
Tanto Ruiz Saldaña como otros hostigadores, piensan que nunca habrá una
víctima que se revele ante el papel sumiso de aceptación de su destino como ser
humano subordinado a la cultura del sexismo y la misoginia estructural. Seguro
el consejero nunca se imaginó que su
empleada se saldría del rol y que lo evidenciaría tal como es: Severo, áspero,
implacable contra quien osa contrariar su voluntad.
“Las mujeres son para usarse y desecharse”, es una de las premisas del
machismo. “Si no te sometes, no me sirves”, es otra. Desde luego que las formas
de representarlo son variadas, pero poco creativas. Como si hubiera un manual
empiezan con las insinuaciones, después viene la propuesta concreta, después la
consumación del abuso. Sin embargo, si el ciclo no se completa porque la
víctima se niega a aceptar, las consecuencias son la ira y la venganza del
macho agraviado en su ego. Con todas sus fuerzas tratan entonces de destruir el
trofeo que se les fue de las manos.
Traducido a las relaciones de trabajo viene el entorpecimiento y bloqueo
en las actividades laborales, la ley del hielo, la exclusión, el congelamiento
de tareas, todo para que la víctima sea la que “tome la decisión” de renunciar.
El macho se sale con la suya de castigar a la rebelde.
Pero resulta que a veces ella
resulta ser una especialista en relaciones de género. Ocurre que esa subordinada
conoce a profundidad el concepto de violencia en sus diversos tipos y
modalidades y su expertise está directamente relacionado con la problemática de
desigualdad y discriminación histórica que se ha ejercido contra las mujeres.
Por lo tanto, esa mujer a la que se le quiso tratar como un objeto más para
divertirse y exhibir como trofeo utilizando el gancho de la oferta atractiva de
trabajo para un mayor desarrollo profesional, resulta ser la que exhibe al
abusador a través de las herramientas legales e institucionales que tenga a la
mano.
Leyla Acedo Ung representa a los cientos de
mujeres que en este momento y siempre han sufrido el hostigamiento y acoso
sexual y laboral. La diferencia es que ella no quiere que quede impune. Su muy
reflexionada decisión de hacerlo público lleva como único fin la garantía de no
repetición, así de claro se lee en la
denuncia que presentó ante la Unidad Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación del INE, la
Comisión Nacional de Derechos Humanos, y
la Fiscalía
Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de
Personas. En las manos de las tres instituciones está sentar un precedente o
continuar con la costumbre de brindar impunidad para los hombres del poder, que
no por serlo están libres del gen del machismo.
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