Mucho se habla acerca de los tipos de violencia de los que
una mujer es objeto en el día a día, en su hogar, el lugar del trabajo, con sus
familiares e incluso entre el mismo género y con motivo del Día Internacional
de la Mujer, la doctora Mercedes Zúñiga, comenta un poco acerca de la violencia
en espacios públicos.
La investigadora de El Colegio de Sonora comenta en entre
los múltiples tipos de violencia de los que se habla, existe uno que no ha sido
estudiado y es la que experimentan las mujeres en todos los espacios públicos:
calle, parques, transporte público,
playas, espacios de esparcimiento: también los espacios
semipúblicos
como supermercados, centros comerciales,
restaurantes, bares, cines,
lugares de diversión.
“La violencia que se vive contra las mujeres en los espacios
públicos deriva de la objetivación que
se hace del cuerpo de la mujer. En una sociedad sexista como la nuestra, la presencia de las mujeres en los espacios
públicos se considera ‘fuera de lugar’;
se les percibe como un objeto que puede ser observado, tocado y ultrajado por
los hombres, puesto que aquellas están invadiendo el espacio que a éstos les pertenece como si fuera un derecho
natural”, expresó.
Zúñiga Elizalde explicó que la violencia contra las mujeres
en estos espacios se expresa de múltiples maneras, desde miradas lascivas,
expresiones groseras u humillantes que hacen referencia al cuerpo femenino, a
su manera de vestir o caminar, hasta los tocamientos, agresiones físicas o violación.
Agregó que esta violencia contra las mujeres
constituye una
afrenta a los derechos humanos de toda naturaleza, pues coarta la
libertad de las mujeres y atenta contra su dignidad e integridad
física como ser humano.
“Ha sido una demanda antigua del feminismo el buscar que las
mujeres tengan el mismo derecho y libertad para apropiarse de los espacios
públicos al igual que los hombres, para que una mujer sola en una café, en un
bar, en el cine, en un restaurante no se conciba como ‘fuera de lugar’ porque no
está acompañada de un hombre”, dijo.
La integrante del Centro de Estudios del Desarrollo en el
Colson añadió que la violencia que viven las mujeres fuera de sus casas es una
responsabilidad de los poderes públicos pues compete a ellos garantizar su
seguridad y libertad, pues el Estado, a través de todas y cada una de sus
instituciones, tiene una responsabilidad
mayúscula para crear entornos libres de violencia, a través de acciones
que prevengan y combatan la violencia.
Muchas pueden ser las formas de prevenirla, aseveró, puede
ser desde crear una mejor infraestructura urbana para el libre y seguro
tránsito de las personas por la ciudad (alumbrado público, banquetas, parques
limpios y seguros, vías públicas accesibles y red amplia de transporte
público), hasta la creación de políticas que incidan en una cultura de respeto
por el otro, específicamente cuando ese otro sean las mujeres
Ejemplificó el acto del alcalde de San Blas, Nayarit como una
muestra clara de la objetivación que se hace del cuerpo de las mujeres por
parte de los hombres, pues se les concibe como cuerpos del deseo masculino para ser tocado,
abusado, exhibido, humillado.
“La joven a quien el Alcalde le levanta el vestido por el hecho
de aceptar bailar con él, no es
considerada una persona con derechos, un sujeto a quien le deben respetar su
dignidad como personas, sino una cosa que puede ser manoseada y expuesta para
el disfrute propio y de los demás”, expresó.
El alcalde cometió un
acto que viola varios derechos establecidos en la legislación mexicana, tanto
por la agresión cometida contra la
joven, como por el no cumplimiento de las normas que como servidor público está
obligado a respetar, mencionó.
Además, advirtió que
la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece
que la violencia comunitaria es aquella proferida contra las mujeres que
transgrede sus derechos fundamentales y
propicia su denigración, entre otras cuestiones.
Indicó que precisamente esto es lo que hizo el Alcalde de
San Blas y por ello es merecedor de una sanción legal, luego de suponer que nos
encontramos en una sociedad respetuosa de los derechos y bastaría ese solo acto
para hacerlo dimitir de su puesto y exponerlo ante las instancias de
justicia.
“Mientras las mujeres sigan concibiéndose
como objetos que pueden poseerse, la violencia contra ellas no
desaparecerá”, dijo Zúñiga
Elizalde.
Fuente: El Colegio de Sonora
No hay comentarios:
Publicar un comentario