25 aniversario Licenciatura en Historia
Silvia Núñez Esquer
Hermosillo, Sonora, 8 noviembre 2012.- Descubrir cuál era el rostro de la mujer en la sociedad de la frontera norte y particularmente la sonorense, fue el objetivo de la tesis de Licenciatura “Mujeres de Frontera. Golondrinas errantes en el contexto revolucionario (1910-1920)”, de Rosario Margarita Vázquez Montaño, misma que se hizo acreedora a una mención en el concurso nacional de Tesis en Género Sor Juana Inés de la Cruz 2012, VI emisión, convocado por el Instituto Nacional de las Mujeres, INMUJERES.
La joven Historiadora egresada de la Licenciatura en Historia de la Universidad de Sonora, que el año entrante iniciará su doctorado en el Colegio de México, hizo un análisis histórico de los discursos y documentos de la época, para establecer cuál fue la participación de las mujeres en el norte revolucionario, mientras sus esposos, hermanos, y padres se batían en la Revolución o emigraban dejándolas al cargo de la prole, empresas, bienes, y otras responsabilidades.
En su trabajo académico, Rosario Margarita rompe el mito de que las mujeres sólo participaron como “Adelitas” apoyando en las tareas de asistencia a los hombres revolucionarios, sino que tomaron el papel de cabeza de familia y proveedoras, al enviudar o cuando el hombre emigró dejándole la responsabilidad de ser responsable de la familia.
Su intención inicial era entender la esencia de la mujer que estuvo en la Revolución mexicana, fue entonces que surge la pregunta que dio pie a la tesis: ¿qué es ser mujer de frontera?. En esa frontera que se habla en los estudios historiográficos nos hablan de una sociedad anticlerical, liberal, independiente, práctica, revolucionaria, pero nunca se habla de cómo eran las mujeres, explicó la galardonada.
Para lograr su propósito Vázquez Montaño hizo una revisión exhaustiva de los trabajos historiográficos que se han hecho en relación a las mujeres en la Revolución. Eso le permitió ver las omisiones y ausencias con respecto a las mujeres.
Un aspecto muy particular de Sonora que llamó su atención es el de las viudas propietarias, quienes en el año 1916 acudieron con el gobernador Plutarco Elías Calles, quien fundó el internado Coronel José Cruz Gálvez para huérfanos de la revolución, para pedirle una pensión.
En los textos de la época, se puede encontrar casos como el de una mujer que vive en Pilares de Nacozari, y que su pensión le llega a la ciudad de Agua Prieta. Ella explica en una carta al gobernador que ella no se puede trasladar a esa ciudad a recogerla. Ésta y otras madres argumentaban que ellas trabajaban todo el día, y que si querían llevar a los niños limpios a la escuela, no les alcanzaría el presupuesto para gastar en transportarse para recoger la pensión en otra ciudad. Esto es un ejemplo de cómo las mujeres usaron el discurso como estrategia para argumentar.
Otro caso es el de las “intervenidas”, aquellas relacionadas con la intervención de bienes, mismas que se quejaban de las condiciones en que les eran regresadas las casas y otros bienes, después de haber sido usadas por los soldados en plena lucha armada.
Otro hallazgo relevante es que aún que las mujeres no gozaban de la condición de ciudadanas el gobierno emitió un acuerdo para que las mujeres pudieran administrar bienes. De igual forma facilitaba los matrimonios de viudas mexicanas con hombres extranjeros, lo cual Margarita considera que fue una estrategia para que al final de cuentas los bienes pasaran de nuevo a un hombre, ya que la costumbre era que la mujer entregaba al marido la dote con que llegaba al matrimonio.
Margarita Vázquez Montaño trabajó para construir una categoría de análisis en dónde englobar a las mujeres norteñas, particularmente a las mujeres de la revolución.
En su tesis perfila a esas mujeres de frontera, las cuales considera tienen características muy particulares, que las definen y que las pudo visualizar a partir de varias fuentes. Citando a Gisela Bock, asegura que hay que leer entre líneas. Por ello utilizó cuadros estadísticos para entender que durante la fiebre del oro ocurrió una migración masiva de hombres, pues los números dicen que migraron mil hombres y sólo veinte mujeres, lo cual quiere decir que las mujeres se quedaron en Sonora.
Para Margarita se debe entender la dinámica de estas ciudades o pueblos como lo que ocurre en la actualidad, en donde hay pueblos de puras mujeres. Lo mismo se dio en estas sociedades de frontera, lo que se ve más acusado durante el porfiriato, por el desarrollo modernizante, el progreso, la formación de centros mineros muy importantes, que trajeron hombres y mujeres de todas partes.
Es una dinámica muy especial ya que se ve a una mujer que rompe parámetros. Esto sirve para visualizar la subordinación permanente de mujeres en relación a los hombres, y el análisis histórico sirve para ver esas alteridades. Ejemplificó diciendo que a pesar del misticismo y la religiosidad de Teresa Urrea, “la Santa de Cabora”, fue una mujer que fue perseguida por el Estado y por la propia iglesia hasta ser desterrada.
Era una mujer que desde su discurso místico, espiritual, tenía una forma de ver el mundo desde los desposeídos, se atrevió a transgredir los roles, y es interesante ubicar este tipo de mujeres, comenta Vázquez.
Otra fuente, los relatos de los viajeros son muy sustanciosos pues describen a las mujeres, y las visualizan como independientes, sueltas, y la sorpresa que se encuentra en el relato es la mirada occidental tradicional. Estas mujeres viven en una contradicción, esa es la esencia de las mujeres de frontera, entre el deber ser y el ser que la obligan ciertas condiciones ambientales del espacio.
Esto se da por la violencia, por la guerra entre apaches y blancos, entre yaquis y blancos, los ataques a los poblados, y la migración de los hombres. Las mujeres tienen que transformar su presencia en la familia y convertirse en las proveedoras, en entes activos tanto social como económicamente.
Hubo entonces muchas mujeres dirigiendo comercios, tabernas, en pleno siglo XIX. Aún con la rigidez del porfiriato, las mujeres se atreven a hacerlo. Algo muy importante es una ley de 1861 propuesta por el diputado Francisco Monteverde para que la mujer sonorense tenga la capacidad administrar bienes, lo cual no existía a nivel nacional.
La intención era proteger los bienes de la familia pues si la mujer se casaba, sus bienes pasaban a ser administrados y de propiedad del esposo. Este fue el antecedente para que veamos muchas mujeres testadoras, dejando sus bienes a los hijos e hijas.
Esto nos permite entender que la mujer sonorense no está encasillada en la moral porfiriana, y que las sociedades son dinámicas y diversas. Margarita Vázquez Montaño seguirá su línea de investigación sobre mujeres propietarias en el periodo de la Revolución mexicana, en sus estudios de Doctorado en Historia que iniciará en agosto de 2013 en El Colegio de México.
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