Mujeres al
mando en el crimen organizado
Silvia
Núñez Esquer/Mujer Sonora
Hermosillo,
Son., 28 abril 2012.- Menos sanguinarias, más discretas y cautas, son las
mujeres que mandan en el narco. “Narcomami”, “La comandante Bombón”, y “La Doña”, son algunos de los apodos que las
jefas del narco tienen en el ambiente del crimen organizado, en el que gozan de
la más alta jerarquía.
Cómo viven
el narcotráfico desde adentro las mujeres, es el tema central del libro “Las
jefas del narco”. Esta investigación con testimonios de mujeres convertidas en
“capas” del narco tráfico, están plasmados en el libro: “Las jefas del narco,
el ascenso de las mujeres en el crimen organizado”, de varios autores coordinados
por Arturo Santamaría Gómez.
El antecedente
más reciente es un capítulo del mismo Santamaría escrito en 1997 titulado: “Las
reinas de belleza del narco”, que a su vez forma parte de un libro de título:
“El culto a las reinas y el poder de la belleza en Sinaloa”.
Éste
describe situaciones de mujeres bellas de Sinaloa y cómo los narcos se las
llevaban o robaban para hacerlas sus esposas o amantes. Madres, esposas, hermanas, hijas, son algunas
de las formas en que las mujeres se relacionan con los narcos, y que después
las podrían llevar a tomar el mando.
Otro
antecedente de este trabajo del periodista y académico sinaloense, es el haber
dirigido por lo menos cuatro tesis de Maestría y Doctorado referentes a temas
relacionados con el narcotráfico. “En Sinaloa todos los días hablamos de
narcotráfico, muchas de mis alumnas son hijas, sobrinas, hermanas o nietas de
algún narcotraficante”, afirma el coordinador de “Las jefas del narco”.
El texto se
compone de 8 trabajos, de otros tantos autores, desarrollando los géneros:
reportaje, entrevista antropológica, etnografía, y ensayo. Una de las técnicas
utilizadas es la observación, misma que se realizó en un pueblo narco llamado
“Territorio Chapo”.
También
contiene varias entrevistas a mujeres presas por su participación en el
narcotráfico. Una de ellas define la percepción de cómo es vivir en una familia
de narcos, en voz de una jovencita presa.
“Ella lo padeció, ella no quería participar, ella rompió con eso”,
enfatiza en entrevista Santamaría.
Las jefas
del narco
Son tres
capítulos en donde se trata cómo son los liderazgos de las mujeres
narcotraficantes. Las que mandan, las que ordenan, las que deciden ejecutar,
están retratadas en estos espacios. Las jefas son las que mandan, son
poderosas, manejan mucho dinero, se “tutean” con políticos, con empresarios,
con generales, describe el coordinador del libro.
Una forma
frecuente para llegar a ser jefa en el narco es ser esposa o amante de algún
capo que cae, y entonces ellas entran al relevo. Otra es que sean hijas, o que
hayan crecido en familias de narcotraficantes con una larga historia con
capital cultural propio de su actividad, conocimiento, relaciones, y deciden
continuar en esa actividad por deseo de trascender, por dinero o por
reconocimiento. Generalmente cuando eliminan o apresan a su compañero, ellas
entran a sustituirlo.
Hay entrevistadas que tienen más de 40 años en la
actividad y que nunca han caído a la cárcel.
“Las jefas
del narco” es una propuesta académica que
utiliza la técnica de la entrevista con mujeres inmersas a diversos
niveles en el crimen organizado, fuera o dentro de la cárcel, logrando una
radiografía de cómo viven las mujeres esta actividad.
Las propias
mujeres califican como diferente su forma
de dirigir a la de los hombres. Ellas dicen que son más cautas, más
calculadoras, miden más sus decisiones, incluso recurren menos a la violencia,
y cuando recurren, lo hacen sin piedad.
Otra
característica es que ostentan menos la riqueza, sobre todo cuando son mujeres
maduras y cuando tienen hijos. La narcotraficante joven es tan fachosa[1]
como un hombre. Pero cuando tienen hijos, cambian.
Llegar a
las mujeres no fue fácil, el proceso se llevó su tiempo. Ejemplo de ello que el
año que se tardó uno de los autores en poder realizar la entrevista con una de
las mujeres que se encuentra en libertad. Adentrarse en la sierra de Sinaloa,
es meterse en las fauces del lobo. Los jóvenes que escriben el libro, mostraron
mucha valentía, reconoce el coordinador.
Desde los
años treintas del siglo pasado, se conoce antecedentes de mujeres jefas del narco,
pero son casos aislados. Actualmente se encuentran incorporadas masivamente a
la actividad como operadoras, como jefas, como tomadoras de decisiones y no
como acompañantes. Su participación numerosa constituye otro de los efectos de
la guerra de Felipe Calderón como lo demuestra el incremento de mujeres en el
narco en los últimos cinco años, sobre todo en el norte de México.
Un ejemplo
de esto es la estadística de que en Estados Unidos en los últimos 5 años han detenido a casi 20 mil mexicanos por delitos
contra la salud, y de éstos 2113 han sido mujeres. Igualmente en Sinaloa han
muerto más de 400 mujeres por ejecuciones en el mismo periodo.
Acuñando el
término “narca” Arturo Santamaría y demás autores de “Las jefas del narco”
rompen con el paradigma de la mujer meramente usada y utilizada por el narco, como
burrera o como pareja buchona[2],
para mostrarnos a las mujeres dirigentes. Sacando a relucir la inteligencia
de las mujeres dentro del crimen organizado, nos revela otra faceta de su
participación en las actividades ilegales.
En este
trabajo también se evidencia la forma distinta en que se construye el liderazgo
femenil con respecto del masculino,
dentro del narco. Por herencia, por necesidad, o por supervivencia, estas
mujeres están representando el ascenso de las mujeres en la toma de decisiones.
Dejaron de ser “muñecas” de la mafia, para convertirse en su cerebro.
Libro: “Las
jefas del narco, el ascenso de las mujeres en el crimen organizado”, Arturo
Santamaría Gómez, coordinador, Ed. Grijalbo, 2012, presentado en El Colegio de
Sonora.
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