lunes, 12 de marzo de 2012

Biógrafa de los señores del narco


Anabel Hernández y el momento de escribir realidades 

Silvia Núñez Esquer

Hermosillo, Son., 12 marzo 2012.- Cuando Anabel Hernández se refiere a “Los señores del narco”, su expresión es literal. Las mujeres no figuran todavía como líderes o personajes de decisión con alto poder en los cárteles del crimen organizado. 

Las mujeres en el narco cumplen un papel primario, pero no en el aspecto de controlar el negocio. Un caso visible, y porque “no le quedó de otra” fue el de Enedina Arellano Félix, quien se quedó como pequeña jefa de plaza, le pasaron “la aplanadora” en Tijuana. Y eso porque sus hermanos empezaron a caer, pues ella no se dedicaba a eso. Tuvo que entrarle “al quite”, pero muy forzadamente, nos cuenta en entrevista la autora del libro “Los señores del narco” (2010).

Lo que sí ha encontrado en la biografía de los narcotraficantes es que la figura materna es muy poderosa y de gran influencia. Las guerras entre narcos pueden desatarse o pararse, si la madre se lo ordena a su hijo. 

“El Chapo Guzmán puede ser un infame, sanguinario, violador, desgraciado,  pero si su mamá le pide algo, el señor lo hace”, asegura Anabel. Un episodio de su libro que ilustra su afirmación es la que nos narra cuando en el penal de Puente Grande, Guzmán Loera se enamoró de una cocinera, sin ser necesariamente una mujer muy bella, pero tenía un talento que lo hizo llorar: cocinaba las enchiladas potosinas como lo hacía su madre. 

O bien, en el caso de la balacera en el aeropuerto de Guadalajara, donde el gobierno de Carlos Salinas culpó a los hermanos Arellano Félix de que iban a atacar al Chapo Guzmán y se confundieron,  y en su lugar abatieron al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. 

Sin embargo, a ellos no les importaba que los acusara el gobierno, lo que querían es que su madre no lo pensara, pues el cardenal fue confesor de ésta. Cuando la madre se entera de la noticia lo primero que les dice es que no los quiere volver a ver en su casa y les sentencia: “no me vuelvan a hablar”. 

La figura de la mujer en el narco es materna, porque como parejas sentimentales no valen nada para ellos, en cambio en la relación con las madres hay más el ejercicio de un poder emocional, que de negocios, revela. 

Una de las más prestigiadas periodistas de investigación de México, disertó sobre su trabajo como escritora y la necesidad de que las y los periodistas retomen el camino de la investigación de temas sociales, y dejen de dedicarse exclusivamente a la nota roja contando los muertos. 

¿Qué hay detrás de estas muertes? Son los dramas sociales, económicos y familiares que no están siendo tratados en los medios. La violencia que se está viviendo hoy en México, está dejando en la obscuridad otros temas que tal vez sean más importantes que la propia violencia, indicó. 

En el vestíbulo del ex Centro de Investigaciones científicas y tecnológicas, CICTUS, en la Universidad de Sonora, la recién galardonada con el premio Pluma de Oro de la Libertad 2012, que otorga anualmente la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA) en defensa de la libertad de prensa, recomendó a las y los jóvenes asistentes a su conferencia que volteen a ver los temas como pobreza, educación o marginalidad.

Para ilustrar su invitación, recordó cómo fue que empezó en 2005 su investigación sobre los señores del narco cuando se trasladó al “Triángulo Dorado” (Chihuahua, Sinaloa y Durango) a una cabecera municipal que se llama Guadalupe y Calvo, motivada porque la UNICEF le informó que en esa región los niños eran esclavizados, explotados y obligados a dedicarse a la siembra de mariguana y amapola. 

Erróneamente ella pensó que se encontraría campos de concentración de niños con grilletes, mal comidos y azotados, pero lo que halló fue un panorama de gente adulta e infante que se dedicaba al campo, y efectivamente al cultivo de esos productos como un modo de supervivencia, que formaba parte de la cotidianidad de esas familias.

¿Quién está reporteando esto? Preguntó Anabel, ¿quién está dando seguimiento a estos niños que están condenados a dedicarse a la siembra de mariguana y amapola? Cuestionaba en su conferencia: “Periodismo, Literatura y Mujer”, dentro del encuentro de periodistas y escritoras Mujeres en su tinta. 

Para enfatizar recordó cómo justamente de esa comunidad hace más de 50 años salió Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera. “Él fue uno de esos niños”, asegura quien durante más de cinco años se dedicó a seguir la pista a las redes que forman el entramado de los grandes negocios ilícitos de México.

“¿Cuántos “chapitos” hay en potencia? ¡todos!, ¡todos son potenciales!”, remató. Por mencionar algunos temas pendientes de tratar periodísticamente señaló a esos niños, a las niñas, a los hijos e hijas huérfanos de la guerra contra el narco, o de las muertas de Ciudad Juárez. 

Lo que hace falta es trabajar mucho más el periodismo social y periodismo financiero. Dueños de periódicos, de hoteles, de cadenas de televisión, antes en bancarrota, deberían explicar cómo le hicieron para convertirse de pronto en empresarios exitosos. Hay mucho lavado de dinero, denunció.

Hay un periodismo muy pobre en México, las redacciones están renunciando a eso, lamentó. Hoy es momento de escribir realidades, y quienes tienen ese don, ese talento de transmitir cosas, de manera bella, dramática, dolorosa, tienen esa obligación hoy día, más que ninguna otra, recomendó.

1 comentario:

alma dijo...

Felicidades querida Silvia por esta entrevista. muy interesante