viernes, 27 de mayo de 2011

Negligencia y discriminación en el Hospital de la Mujer

Denuncia maltrato y riesgo para las pacientes

Silvia Núñez Esquer

Hermosillo, Son., 28 mayo 2011.- Negligencia médica y maltrato de los prestadores de salud del Hospital Integral de la Mujer, HIMES, denunció Itzel Colin Romero, joven que acudió al nosocomio para ser atendida en el parto del nacimiento de su hijo Alexis Gabriel López Colin.

La joven de diez y ocho años narró en entrevista que un día antes del primero de febrero, se presentó a revisión médica en el HIMES, en donde le dijeron que todavía no estaba preparada para el trabajo de parto, pero que se quedaría internada para esperar el nacimiento.

La atención en urgencias la describe como muy amable, de donde los doctores la pasaron a prepararla para el parto. Sin embargo, en la antesala del advenimiento del niño al mundo, empezó la agresión de parte de otro personal médico que la atendería en el momento del alumbramiento.

La cordialidad inicial se acabó, en una suerte de mazmorra de la tortura psicológica, el doctor la regañó enérgicamente “porque se había embarazado muy chica, y la acusó de ser muy irresponsable por haberlo hecho”.

Aún a punto de parir, todavía sobre la camilla, de nuevo el doctor le repitió que era una irresponsable, y la regañaron de muchas formas. El nacimiento de un nuevo sonorense para una madre adolescente fue inesperadamente desagradable. Al pasarla a la sala de trabajo de parto, denuncia que no le pusieron anestesia, y el doctor de dejó “un tapón” de gasas. Todo un paquete del material médico equivalente a diez gasas quedó dentro de su cuerpo sin que nadie tuviera el tino de avisarle.

Como era de esperarse, a los días la fiebre, el dolor abdominal, el malestar, y mal olor avisaban que algo no estaba bien. Sorprendida Itzel recuerda cómo la dieron de alta sin ofrecerle información anticonceptiva, ni de cuidados maternos para el bebé recién nacido, mucho menos avisarle de la atrocidad.

Tampoco se explica por qué ningún doctor acudió a darla de alta ni algún pediatra a su hijo, sólo las enfermeras la despidieron sin brindarle alguna orientación. Al cuarto día de su primera experiencia como madre, el dolor se hizo insoportable por las gasas abandonadas dentro de su cuerpo, y el desagradable olor la inundó avisándole que debía pedir ayuda.

 El para entonces entumecimiento de las piernas no le permitió levantarse por lo que sin esperar más llamó a una ambulancia para que atendieran la emergencia. Una paramédica le dijo que ellos no podían retirar las gasas por lo que la trasladarían a un hospital.

Fue así que de nuevo cayó en las malas manos del HIMES, en donde fuera de disculparse y reparar el error, de nueva cuenta la regañaron porque  “ella debió haber ido a checarse esa gasa”, lo que la dejó aún más sorprendida pues nadie le advirtió que se la dejarían, pues no había ninguna razón para ello.

 De nuevo fue víctima de palabras ásperas, ahora de parte de una doctora que le tocó atenderla: “me dijo que era una irresponsable, que no debí haberme embarazado”, a lo que atinaba a contestar que ella no le iba a mantener al niño por lo que no debía decirle nada al respecto, y que ella sólo iba a atenderse por una gasa olvidada en su cuerpo.

Todavía recuerda el fuerte medicamento  impregnando su cuerpo, tan fuerte que a pesar de ser inyectado, el sabor lo sentía en su boca. Casi una semana duró internada por el descuido médico, y cuando su madre pidió información para saber si aquello tendría consecuencias, le contestaron que no.

Para dar seguimiento, su mamá pidió el expediente para sacarle una copia. Fue así que pudieron conservar toda la secuencia de mal trato y atención. Pues cuando se requirió volver a consultar el expediente, todos los documentos habían desaparecido.

Ante todas las irregularidades, ambas acudieron a la Junta de Conciliación y Arbitraje médico, pensando en que a los médicos negligentes al menos les llamaran la atención. Al derivar  la queja en un acuerdo en donde no habría ningún tipo de castigo o penalidad para quienes pusieron en riesgo su vida, y a cambio ellos atenderían a madre e hijo, las mujeres suspendieron acciones de tipo penal.

Sin embargo, a tres meses de la amarga experiencia, la joven madre no tiene garantizada su atención ni la del pequeño, ya que le siguen negando el servicio para el niño diciéndole que debe pagar por su atención.

Itzel Colin Romero es una de tantas adolescentes que tienen la necesidad de utilizar los servicios del Hospital Integral de la Mujer, ya que es la opción para atención ginecológica que ofrece el seguro popular.

Pero también la de ella, es una de tantas historias que revelan una negra trayectoria en mala atención, negligencia, omisión, malos tratos, e impunidad. Itzel se queja de dolor, sangrados irregulares anormales diagnosticados incluso médicamente.

Esta joven también alza la voz para reclamarles la discriminación. Una y otra vez les refiere que todas y todos somos iguales y no porque carezca de dinero se le puede  tratar mal. Además por ser madre adolescente, Itzel advierte un ingrediente más para que el personal médico se ensañe con el mal trato. 

Este 28 de mayo, Día de acción por la salud de las mujeres, y a pesar de que Itzel lo único que clama es saber que todo está bien, y que no tendrá secuelas para su ciclo reproductivo, el HIMES cierra sus oídos, sin preocupaciones, después de todo se sabe libre de sanción.

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