Silvia Núñez Esquer
El anhelo de justicia no tiene límites para quienes han sido agraviados en lo más profundo de su ser. Los niños y niñas arrastrados en el torrente de la corrupción descubierta con el incendio de la guardería ABC en Hermosillo, siguen presentes no sólo en la memoria de sus madres y padres, sino en la comunidad que respalda a las familias dolientes, cada vez que una madre, que un padre entierra a un hijo, situación por desgracia cada vez más frecuente en México.
Este 26 de abril debería haber piñata y pastel. En cambio para conmemorar lo que sería el cuarto aniversario de Santiago Zavala Lemas, pequeño fallecido en el incendio de la guardería ABC el 5 de junio de 2009, sus padres y demás integrantes del Movimiento 5 de junio inauguran la sede de la agrupación la cual llevará el nombre: Casa Santiago.
Con este acto, las madres y padres agraviados y organizados como asociación civil demuestran que lejos de abrirle la puerta al olvido, a lo que sin duda apuestan las autoridades responsables, cada vez fortalecen más la estrategia para concretar el objetivo que los ha unido: no descansar hasta que el crimen del 5 de junio obtenga su exacto y justo castigo.
Los ahora activistas por la justicia en México, y por la garantía de no repetición de la atrocidad que les apagó la alegría de vivir, han jurado por la memoria de sus hijas e hijos que llegarán hasta las últimas consecuencias en su cometido.
Santiago Zavala, junto con sus demás compañeras y compañeros caídos como mártires en un mundo de adultos corruptos e irresponsables, son la inspiración para el Movimiento Ciudadano por la justicia 5 de junio y llenarán el ambiente con sus sonrisas frescas y despreocupadas, congeladas en las fotografías que ahora decoran la Casa Santiago.
El crecimiento patente de los integrantes del movimiento social que nos ha convocado como ningún otro a salir a las calles para exigir por todo lo reclamable, se refleja con la maduración evidente en actos como la inauguración de una sede fija, para planear, para reunirse, para evaluar, para recordar, para entregarse a veces a la nostalgia, y otras para el reconocimiento a la solidaridad ciudadana.
El lugar por sí mismo será un testimonio vergonzoso de lo que nunca debió ocurrir, y de la gran deuda que todas y todos los responsables de la muerte inútil de 49 niñas y niños tienen con la sociedad sonorense y con la niñez en particular.
La Casa Santiago será un referente para ejemplificar el gran amor por el hijo arrancado de tajo, pero también para mostrar una fortaleza irrefutable y creciente, sin perder el rumbo, hacia el objetivo trazado: satisfacer el gran… gran deseo de justicia que tiene este país.
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