Producen artículos decorativos, costura y repostería
Silvia Núñez Esquer
Hermosillo, Sonora, 16 de diciembre de 2015.- Mujeres de
diversos barrios de Hermosillo, Poblado Miguel Alemán y Pesqueira, entre otros,
estudian mientras conviven y aprenden la confección de productos que
posteriormente venden para obtener recursos para ellas y sus familias.
En su mayoría jefas de familia, las mujeres combinan sus
trabajos asalariados como empleadas del hogar, de maquiladora, meseras,
empleadas de puestos de venta de comida o como amas de casa, con las clases de
costura, comida, repostería, bordado y decorados diversos.
La exposición de cojines, manteles, caminos de mesa,
rebosos, muñecos alusivos a la navidad, gelatinas, pasteles, y otros artículos,
da cuenta del trabajo que han realizado con sus manos las mujeres que han
tomado las clases.
La líder del proyecto es Esperanza Molina Rojas profesora de
los cursos y presidenta de la Fundación Mujeres de Esperanza IAP que desde hace
doce años apoya aproximadamente a doscientas mujeres de colonias populares de
Hermosillo y otras localidades aledañas con clases gratuitas y material para
confeccionar sus productos que al terminarlos son puestos a la venta para
obtener recursos para las propias mujeres.
Las destinatarias son mujeres jefas de familia en situación
de vulnerabilidad económica, y también se ha unido un grupo de mujeres jubiladas
del IMSS, entre las que participan doctoras, enfermeras y cocineras. El INEGI
establece que Sonora cuenta con 25.7% de hogares con jefatura femenina.
El objetivo de la fundación es que las jefas de familia tengan
dinero para sobrevivir y que éste sea el fruto de su trabajo al confeccionar
las manualidades, algunos productos de decoración, comida y repostería. “Si tú vas a un barrio, vas a conocer a un
grupo que pertenece a Mujeres de Esperanza”, asegura Esperanza Molina, mientras
conversamos en medio de la muestra de productos expuestos como actividad de fin
de curso.
Quien ha sido representante de la tribu Yaqui en la
comunidad Sarmiento de Hermosillo, ha vivido en carne propia la discriminación
por ser mujer de parte de algunos integrantes de su comunidad, quienes
defienden la exclusividad de los hombres para representar a los pueblos
indígenas, así como a ocupar puestos de gobernador o de regidor. Todavía
recuerda cómo impulsó, junto con un indígena seri, la inclusión de las
regidurías étnicas en los cabildos, y sin embargo, ella nunca ha ocupado ese
puesto en ninguna administración.
La motivación que tuvo Esperanza para iniciar el proyecto
orientado al empoderamiento económico de las mujeres, fue que no veía en las
instituciones acciones prácticas para dotar a las mujeres de herramientas de
producción.
La meta de los talleres es que al menos obtengan ingresos
para la comida del día, y se cumple cabalmente, y en algunos casos, puede
ayudar a subsistir permanentemente a la mujer y a sus hijas e hijos, cuenta
Esperanza.
Los trabajos por lo general son orientados a cada época del
año, plasmando los motivos que puedan interesar a las y los posibles clientes.
En este momento sus productos son navideños, pero también producen otros, por
ejemplo en febrero, mes en que especialmente trabajan paletas, bollitos,
dulces, galletas y chocolates con motivo de la amistad. En primavera, en
cuaresma, que abarca marzo y abril hacen los rebosos para las fiestas
tradicionales de las y los yaquis.
Molina Rojas explica que no todas las mujeres que reciben
los cursos son yaquis pues la mayoría son migrantes, vienen de otros lugares
del país y se encuentran si red familiar o de apoyo, y son justamente a las
mujeres que se busca para incorporarlas a los grupos.
La también integrante del consejo consultivo del Instituto
Sonorense de la Mujer, criticó a gobiernos anteriores por implementar programas
como el Hábitat, cuyas sedes ubicadas en colonias populares se encuentran
abandonadas, mientras ellas imparten y toman las clases de cocina en una casa
facilitada por alguna de las participantes.
Los grupos se componen de hasta quince mujeres a la vez, en
Hermosillo, Plan de Ayala, Poblado Miguel Alemán, en la costa de Hermosillo y
Pesqueira. En esta población se utiliza un local con taller de costura
acondicionado por el gobierno municipal, que compró el equipo, pero “no les
enseñó a coser”, expone Esperanza, por lo que ella utiliza ese lugar para sus
cursos de costura.
Los recursos de la fundación provienen de los programas
estatales como el Peso por peso, y también de un patronato de mujeres que
organiza eventos sociales para obtener recursos que apoyan a proyectos como el
de Mujeres de Esperanza. La fundación provee de los materiales y las mujeres
aprenden y trabajan para venta, y así obtener un ingreso inmediato por su mano de obra y creatividad.
El taller de costura es el único que tiene sedes fijas. Uno
se ubica en La Matanza, barrio en donde se asienta una comunidad yaqui, para la
cual confeccionan la ropa principalmente. Otro se ubica en Pesqueira y uno más
en el poblado Miguel Alemán.
Aunque la finalidad es el empoderamiento económico de las
mujeres jefas de familia en situación de vulnerabilidad económica, la fundación
Mujeres de Esperanza también hace acompañamiento a las mujeres que se
encuentren viviendo situación de violencia, que se quieran divorciar o algún
otro problema o emprendimiento que requieran asesoría.
La diferencia es que en algunas de las colonias en donde
radican las mujeres, son territorios con inseguridad y violencia comunitaria a
los cuales no entran maestras que provengan de alguna institución. En cambio, tal
como lo expresaron en algunos testimonios que escuchamos, la fundación Mujeres
de Esperanza llega hasta ellas, las motiva para que participen en los cursos y
con ello da un vuelco a su destino.
Contacto Fundación Mujeres de Esperanza IAP
Teléfono de oficina
2140880
Correo electrónico esmolina30@hotmail.com
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