Silvia
Núñez Esquer
Las lonas
aparecidas en Hermosillo en un lugar por demás visible, en el que se denosta al
género femenino como posible gobernante, se diferencia de los pleitos
anteriores en donde supuestamente entre partidos están vandalizando la
propaganda del opositor.
“Las
mujeres como las escopetas cargadas y en el rincón” y “La panocha en las
coyotas, no en el palacio”, parecen dichos y refranes inocuos. Pero resulta que
no, al contrario. La carga misógina que llevan, va dirigida como proyectil
contra las mujeres candidatas en particular y a todas las mujeres en general.
En el
discurso de las lonas hay un odio explícito hacia las mujeres. Es una amenaza.
Por lo tanto, no se debe esperar a que se presenten atentados físicos como ha
ocurrido en otras entidades contra las candidatas mujeres. Las autoridades
electorales y de procuración de justicia tienen la responsabilidad de
garantizar el ejercicio pleno de los derechos electorales de las mujeres que
han decidido ser candidatas. Ellos son quienes deben asegurarse de que los
grupos ultra conservadores y misóginos dejen
en paz a las mujeres contender por los puestos para los que se han
registrado.
El mensaje
vertido y colocado en los principales puentes de la ciudad dan cuenta del odio
acumulado a través del tiempo y expresado en ésta que es una elección en donde
por primera ocasión, por ley y por acato
de sentencia judicial los partidos tendrán que cumplir con la paridad de
géneros.
Es la
primera vez que los grupos misóginos que se encuentran dentro de todos los
partidos políticos, iglesias, agrupaciones empresariales, y organizaciones
sociales, tendrán que aceptar que las
mujeres participen en igualdad, al menos numérica, tanto como los hombres. Pero
eso a los partidos y a algunos de sus militantes no los tiene contentos.
Después de
analizar las propuestas, las frases utilizadas para sus discursos, y las
plataformas en síntesis que publican en los periódicos encartados en los
diarios, no vemos la bienvenida a la igualdad y a la paridad. Ninguno de los
candidatos celebra la igualdad, no la hicieron parte de su plataforma política.
Llevan mujeres como compañeras en sus fórmulas porque los obligaron, no porque
lo decidieran.
Todavía en
este momento se ventila la petición que hicieran algunas mujeres del
Observatorio de la paridad y la equidad con sede en Ciudad Obregón, en donde se
les ha negado el amparo solicitado por
la ausencia de criterio de paridad horizontal para todos los partidos. Ellas
siguen en su lucha como lo han hecho desde hace ocho años, pero siguen sin
obtener el resultado deseado: que todas las mujeres que quieran ser candidatas
lo puedan ser. Que todos los partidos políticos incluyan con alegría en la
mitad de todas las posiciones que estarán en juego, a sus militantes mujeres.
Recordemos
que tradicionalmente las organizaciones partidistas terminaban haciendo uso de
la excepción que les otorgaba la ley para llevar a cabo una elección interna en
donde siempre elegían a hombres, y las
mujeres quedaban relegadas a las candidaturas en donde ese partido tenía la
menor preferencia en el electorado.
Esa
inequitativa y mala práctica llevaba a que las mujeres terminaran siendo
alcaldesas de los municipios más pequeños, con menos recursos y con menores
oportunidades de desarrollo.
En 2015 ya
no podrán hacer eso. Ya no pueden excluirlas desde lo institucional. De hecho
planillas que habían sido registradas con dos hombres a la cabeza, tuvieron que
ser modificadas para cumplir el criterio de paridad y poder participar dentro
de la legalidad.
Pero eso no
quiere decir que lo hayan aceptado gustosos. Recordemos la sesión del Instituto
Estatal Electoral, IEE, del 25 de marzo pasado en la que se discutió y aprobó
el criterio de paridad vertical, más no la horizontal, por lo que no obstante
ser un criterio limitado, según las mujeres que han luchado por la exacta
igualdad y equidad en la participación política, hoy día constituye la
condición más avanzada para llegar a la igualdad sustantiva.
En esa
misma reunión hubo mucha resistencia por representantes de partido, en
particular del Partido Acción Nacional, mismo que había registrado a dos
varones encabezando la planilla municipal de Hermosillo.
¿Cómo
sabemos que no son los propios compañeros de las mujeres candidatas los que
están expresando su inconformidad por la obligatoriedad de dejarlas participar
en igualdad de circunstancias? Las autoridades deben actuar rápido. No deben
esperar a que se presenten actos que se puedan lamentar con pérdida de vidas
humanas. Las mujeres están en su derecho de participar, tal como lo hacen sus
compañeros varones así sean emanadas de partidos que han demostrado ser
corruptos y deshonestos.
Las lonas misóginas
de Hermosillo más allá de ser un chascarrillo “de mal gusto”, son una
advertencia de que hay quienes desprecian a las mujeres y están en contra de
que gobiernen. No les importa la legalidad, no les interesan las
recomendaciones internacionales, mucho menos les preocupa el ejercicio pleno de
los derechos humanos de las mujeres.
Las mujeres
candidatas deben pronunciarse y exigir a sus partidos que levanten la voz hacia
las autoridades encargadas de proteger y garantizar su integridad física y
psicológica. Ya se ha hecho escarnio de la apariencia de algunas candidatas y
se lo aguantaron, cuando pudieron haber invocado la Ley de acceso de las
mujeres a una vida libre de violencia, o la Ley de igualdad entre mujeres y
hombres, y denunciar la violencia psicológica, comunitaria e institucional con
que han sido tratadas.
Lo de las
lonas agrediendo a las mujeres contendientes rebasa la “puntada” o la
“ocurrencia”, como se quiere hacer creer. Las candidatas deben exigir respeto e
igualdad en el trato, invocando la legislación. En el caso de las lonas urge
que pidan una investigación para dar con los responsables de la amenaza. Sólo
así abrirán brecha y darán el ejemplo para las nuevas generaciones. Deben
incorporar de inmediato la perspectiva de género no sólo a su discurso, sino al
ejercicio de su participación en general como posibles gobernantes.
Este hecho
debe ser atendido como una alerta para las autoridades, y debe ser interpretado
como lo que es, una advertencia para las mujeres y para la sociedad en general:
O se excluyen por las buenas, o será por las malas. Atiendan, no esperen a que
sucedan hechos qué lamentar.
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