Silvia
Núñez Esquer
El video de
una pelea entre un niño y una niña de sexto año, tomado con el celular de otro
alumno, lleva millones de vistas en
Youtube. El niño que ahorca hasta dejar inconsciente a su compañera de clases,
en la primaria José María Morelos, de la colonia Palo Verde, de Hermosillo, ya
es famoso.
El
mecanismo institucional que se movió para atender el caso que ha causado
conmoción en diversos puntos del país y fuera de él, se echó a andar presionado
por la difusión del material de video que pronto fue compartido a través de las
redes sociales, y de los medios de comunicación locales y nacionales, hasta
convertirse en uno de los más vistos y comentados.
El grupo de
estudiantes estaba sin la presencia de ningún adulto responsable y permaneció
así por lo menos los siete minutos que dura el video en donde ambos alumnos se
golpean, los demás actúan como público en una arena de box, pleito en el que
incluso hay un “receso” en el que el niño agresor sale a tomar agua y a lavarse
la cara, mientras otro lo apoya, e
instiga a que se devuelva a rematar a la niña pues “él es el hombre y eso no se
puede quedar así”.
El acto,
encuadrado por funcionarios y medios de comunicación como bullying, no es el
primer caso de violencia escolar contra niñas que se presenta en el estado de
Sonora. El 1 de junio de 2012, la niña Perla Viviana Hernández Valenzuela, de
diez años de edad, residente del municipio de Navojoa, al sur del estado, murió
según el primer parte médico por edema cerebral por traumatismo
craneoencefálico, días después de haber recibido una agresión de un compañero
de escuela.
La abuela y
la tía denunciaron los hechos, para finalmente verse desprestigiadas como
inventoras de la historia, pues la autopsia llegó, antes que a sus manos, al
jefe de servicios regionales de la Secretaría de Educación y Cultura, Ramón
López López, quien informó que la pequeña había fallecido por “desnutrición
severa”, a pesar de que varios estudiantes atestiguaron la agresión, y
confirmaron que ese niño la molestaba desde antes.
En el caso
de la niña de la primaria Morelos, de Hermosillo la primera reacción de los
responsables escolares fue instruir al estudiante que publicó el video, que lo
quitara de la red. Sin embargo, ya éste había sido retomado, multiplicando su
ubicación en diversas cuentas de Youtube.
Fue así que
un caso más de violencia se etiqueta como de bullying sin que las autoridades
expliquen cuál es el protocolo para atender y sobre todo prevenir este tipo de
violencia. Esto trajo como consecuencia varios actos y omisiones muy
lamentables.
Una de
ellas la del Subsecretario de Educación básica en el Estado, Gerardo Gaytán
Fox, quien declaró que “tenemos el primer lugar nacional en aprovechamiento,
por lo que no vamos a permitir que este tipo de situaciones manchen la imagen
del Estado”. No le importó la salud de la niña, no mencionó qué es lo que están
haciendo para prevenir estos eventos, sino que privilegió la imagen del Estado.
Por su
parte, el Secretario de Educación Jorge Luis Ibarra Mendívil dijo que era un
caso aislado y que todo se debió a que el niño agresor tiene deficiencias de
aprendizaje, que está medicado, y que fue manipulado por otro estudiante, quien
es hijo de un policía y fue quien dirigió toda la situación. La única medida
que se ha tomado hasta el momento es suspender por cinco días al estudiante que
grabó y publicó el video.
Toda la
forma de atender y responder a una crisis tan grave por el significado que
tiene al ser un reflejo de la vida social que ocurre alrededor de estas niñas y
niños que al final de cuentas están reproduciendo lo que han aprendido,
evidencia una vez más el desconocimiento y desacato al aplicar las leyes al
respecto.
Los
estudiantes han declarado que la niña era víctima de acoso escolar por ser
procedente del Estado de Jalisco y tener otro acento, así como por ser de piel
morena. Esto refuerza el “orgullo sonorense” promovido por administraciones
pasadas y presentes. “En Sonora tenemos los hombres más machos y las mujeres más
bellas”, ha llegado a expresar el gobernador Guillermo Padrés.
Ciertamente
la discriminación por acento o color de piel es bullying, pero el ahorcamiento
contra la niña “porque él es el hombre y eso no se puede quedar así”, habla de
una enorme falla de las autoridades en el apropiamiento de la ley y los
instrumentos internacionales de donde emanan las normas que obligan al Estado a
garantizar una vida libre de violencia para las mujeres y niñas.
Las
agresiones de niños contra niñas por ser mujeres, se presentan día a día sin
ser atendidas con el debido enfoque. El Sistema Estatal de Prevención,
Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, es un
fantasma. Su objetivo de conjuntar esfuerzos, instrumentos, políticas,
servicios y acciones interinstitucionales para la prevención, atención, sanción
y erradicación de la violencia contra
las mujeres es un espejismo producto de la utopía del movimiento de mujeres.
Lo que
parecería un “problema” de la Secretaría de Educación, involucra a muchas más
instituciones, primordialmente al Instituto Sonorense de la Mujer, ISM, el cual
ha incumplido su función de Secretaría Ejecutiva del Sistema Estatal, como no
sea de nombre. No ha organizado el Banco estatal de datos e información sobre
casos de violencia contra las mujeres, entre otras funciones no ejecutadas.
Las
omisiones atraviesan a la Secretaría de Desarrollo Social, a la Secretaría
Ejecutiva de Seguridad Pública, a la Procuraduría General de Justicia del
Estado, a la Secretaría de Educación y Cultura, a la Secretaría de Salud, al
DIF estatal, y a los organismos o instancias de la mujer municipales, todos
integrantes del Sistema Estatal.
Hasta
ahora, no han dado a conocer cuál es el protocolo para enfrentar en lo futuro
estos casos, mucho menos para prevenirlos. Nadie ha hecho lo que le
corresponde, mucho menos vemos un mecanismo coordinado. El caso de la colonia
Palo Verde lo evidencia, pues ni siquiera lo identifican como violencia física
extrema, en las modalidades escolar y comunitaria, como lo describe la Ley de
acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. La agresión no se instaló
en la “carrilla”, sino en un intento de homicidio, aún si afortunadamente no
concluyó en ello.
El
tratamiento que se ha dado a los veinte feminicidios perpetrados en lo que va
de 2013 en donde están incluidas niñas asesinadas por hombres conocidos, y
estos casos de violencia de género contra las niñas, disfrazada de bullying por
las autoridades, enciende una alarma. Aunado a la incompetencia para enfrentarlos,
reúnen elementos suficientes para decretar la alerta de violencia de género en
Sonora, AVG, figura que seguramente desconocen.
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