HERMOSILLO, SONORA A 18 DE MAYO DEL 2012
MTRO. JORGE LUIS IBARRA MENDÍVIL
SECRETARIO DE EDUCACIÓN DEL ESTADO
DE SONORA
Soy Eunise Tovar Torúa, madre de Alfonso de 11 años, que actualmente cursa el
5to. Grado de primaria en la Escuela Guadalupe Ortega de Suárez ubicada en la
Col. Nuevo Hermosillo.
La razón por la que escribo es explicar la
situación de mi hijo. Alfonso fue
diagnosticado con Síndrome de Asperger a los
3 años de edad, después de muchas evaluaciones y diagnósticos erróneos.
Por su trastorno, asistió a un Centro de
Atención Múltiple, donde tuvimos una serie de problemas debido a la deficiencia
en las instalaciones, que no contaban con lo necesario para que el ambiente
fuera favorecedor, y por otro lado a que no todo el personal estaba capacitado
ni sensibilizado para atender a los niños que asisten a estos Centros y que
presentan diversos trastornos del desarrollo.
A pesar de eso, Alfonso tuvo importantes logros, por lo que me
informaron que debía y podía asistir a un Jardín de Niños regular. Lo inscribí
al Jardín más cercano a mi domicilio y tuve ahí una serie de problemas para que
lo aceptaran, originados por lo mismo: el desconocimiento por parte de las
maestras sobre el Síndrome de Asperger y la falta de sensibilidad hacia una
condición diferente a la del resto de los niños. Como mamá, investigué, leí, me
informé sobre el trastorno, y toda esa información se la comuniqué a las
maestras de los grupos donde estuvo mi hijo, tratando de que hubiera una mayor
comprensión hacia las conductas que presentaba, o que no presentaba.
Al ingresar a la primaria, los problemas
continuaron, ya que la Directora de la primaria, Maestra Silvia Gutiérrez, se resistía
a inscribirlo argumentando que los grupos estaban llenos, lo cual no era
verdad. Sin embargo, después de una lucha que emprendimos, mi hijo fue admitido
en la escuela.
La
historia a partir de ahí, está llena de situaciones dolorosas e indignantes.
Nos encontramos con maestras que preferían pensar que el niño no tenía ningún
problema, con tal de no hacer las adecuaciones necesarias a sus programas ya
que eso representaba más trabajo. Nuevamente me di a la tarea de explicar a las
maestras las características y conductas que presentan los niños con el
Síndrome de Asperger, cosa que, ahora sé, debió hacer la Directora de la
escuela, junto con el personal de USAER con que cuenta, así como plantear este
y otros casos similares en reuniones de Consejo Técnico, cosa que evidentemente
no hicieron.
Las muy numerosas situaciones, incidentes,
anécdotas, frustraciones, indignaciones, etc. que hemos vivido Alfonso, yo, y
toda la familia, podrían llenar un libro, pero no es la intención cansarlo con
eso.
Me limito a decir que sobre todo en este último
año, Alfonso ha sido víctima de bullying constantemente, sobre todo, en los
meses en que la maestra del grupo se ausentó por licencia de maternidad y que
el maestro que la suplió tuvo una actitud totalmente antiprofesional,
permitiendo que los demás niños abusaran de la incapacidad que tiene mi hijo
para socializar y defenderse verbalmente de sus agresiones. Aclaro, el niño no
tiene problemas de aprendizaje, sino de socialización.
Mi hijo
no suele entablar pláticas con sus compañeros, ni con los maestros y maestras,
y muchas veces quienes me informaban eran los otros niños, e incluso mamás que observaban estas situaciones. Pero
en otras ocasiones, Alfonso, con la característica forma de expresarse de los
niños que tienen este síndrome, me decía que los niños lo agredían y se
burlaban de él. Cosas como picarlo con
lápices, ponerle letreros en su espalda que decían “patéame soy un idiota”, por
ejemplo. El colmo fue cuando el pasado 30 de abril, día del niño (también día
de mi hijo), Alfonso, a pesar de no ser nada sociable, ese día se levantó muy
contento e ilusionado para ir a la fiesta, llegamos a la escuela, y al momento
de yo dar la espalda para salir del plantel, escuché un ruido y un grito, y al
voltear, Alfonso estaba tirado en el piso, muy golpeado y sin aire para llorar
ni explicar nada. Una mamá que estaba
ahí y me auxilió, se puso muy nerviosa al ver a mi hijo así, y muy indignada
porque según me explicó, el niño le metió el pie a Alfonso con toda la
intención de que se cayera. Al estar el niño muy golpeado y en un estado
emocional grave, en el que se negaba a
comer, a jugar y no podía dormir, lo llevamos al Hospital del DIF, donde le
diagnosticaron un cuadro agudo de angustia y depresión.
Hasta aquí, pudiera parecer un accidente, una
travesura de un niño. Lo que no es accidente, es la actitud pasiva de la
Directora, que ni siquiera se preocupó por la salud de Alfonso, a pesar de
saber que se había golpeado fuerte, y de no sancionar de ninguna forma la
actitud del niño que lo tumbó.
Debo aclarar que la situación de Alfonso desde
el inicio, la conocía muy bien la Directora, con la que platiqué en muchas
ocasiones, y al decirle yo que si ella no resolvía esa situación reportaría el
caso a la SEC, me decía que no lo hiciera porque podrían perder el apoyo del
PEC (Escuelas de calidad) y que eso no le convenía. Pero igual no
resolvió.
Tratando de respetar las instancias informé el
caso la Supervisora, maestra Elodia
Llanes Ortega, a pesar de que la maestra Silvia trató de impedírmelo, incluso
lo hizo el día 30 de abril cuando trató de evitar que yo entrara a la
Dirección, donde se encontraba casualmente la supervisora. Pero igual tampoco
resolvió.
La situación ahora es muy grave, ya que mi hijo
se niega a asistir a la escuela desde el día 30 de abril, por temor a que lo
sigan agrediendo, y no confía en que los maestros vayan a protegerlo. Reconozco y agradezco profundamente la
atención, la comprensión y la sensibilidad de la maestra actual del niño,
maestra Lucía Méndez que ha mostrado una actitud de respeto y apoyo siempre
hacia el niño.
Sin embargo, la situación de la caída aunada a
toda la historia de Alfonso en la primaria, en la que nunca se respetaron sus
derechos contemplados en la Ley General de Educación, específicamente en el Artículo 41., que dice – “La
educación especial está destinada a personas con discapacidad, transitoria o
definitiva, así como a aquellas con aptitudes
sobresalientes. Atenderá a los educandos de manera adecuada a sus
propias condiciones, con equidad social incluyente y con perspectiva de género.
Tratándose de menores
de edad con discapacidad, esta educación propiciará su integración a los
planteles de educación básica regular, mediante la aplicación de métodos,
técnicas y materiales específicos. Para quienes no logren esa integración, esta
educación procurará la satisfacción de necesidades básicas de aprendizaje para
la autónoma convivencia social y productiva, para lo cual se elaborarán
programas y materiales de apoyo didácticos necesarios”.
Luego, en el mismo Art. Párrafo 5to. Dice “La educación especial incluye la orientación
a los padres o tutores, así como también a los maestros y personal de escuelas
de educación básica regular que integren a los alumnos con necesidades especiales
de educación”.
En el caso de la obligación que tiene el
Sistema Educativo de proteger a los menores, el Artículo 42 establece: “En
la impartición de educación para menores de edad se tomarán medidas que
aseguren al educando la protección y el cuidado necesarios para preservar su
integridad física, psicológica y social sobre la base del respeto a su
dignidad, y que la aplicación de la disciplina escolar sea compatible con su
edad”.
“En caso de que
las y los educadores así como las autoridades educativas, tengan conocimiento
de la comisión de algún delito en agravio de las y los educandos, lo harán del
conocimiento inmediato de la autoridad correspondiente”.
Luego, en el Artículo 12, punto dos de la Ley General para la inclusión de las
personas con discapacidad, en el punto II se establece que, “La Secretaría de Educación Pública promoverá
el derecho a la educación de las personas con
discapacidad, prohibiendo cualquier discriminación en planteles, centros
educativos, guarderías o del personal
docente o administrativo del Sistema Educativo Nacional”.
Después,
en el Artículo 15. “La educación especial
tendrá por objeto, además de lo establecido en la Ley General
de Educación, la formación de la vida independiente y la atención de
necesidades educativas especiales que comprende entre otras, dificultades
severas de aprendizaje, comportamiento, emocionales, discapacidad múltiple
o severa y aptitudes sobresalientes, que le permita a las personas tener un
desempeño académico equitativo, evitando así la desatención, deserción, rezago o discriminación”.
Después de revisar
estas Leyes, y de comprobar lo que sabía, es decir, que los derechos de los
niños a recibir una educación que
“Contribuya al desarrollo integral del
individuo, para que ejerza plenamente sus capacidades humanas”, así como del
derecho de los niños con discapacidad de ser incluidos en la educación regular
gozando de la protección de los agentes educativos del plantel, me atrevo a
exponer nuestro caso, porque estoy convencida que el Sistema Educativo tanto
federal como estatal, no están dando cumplimiento a la Ley General de
Educación, ni a la Ley General para la inclusión de las personas con
discapacidad en los artículos que mencioné anteriormente, por lo que la salud
emocional y psicológica de mi hijo se ha visto afectada no sólo por el
trastorno con que mi hijo nació, sino por los y las trabajadoras de la
educación que, lejos de procurar su desarrollo integral, lo han obstaculizado con su negligencia al no realizar las acciones
necesarias para su mejor desarrollo, lo que ocasionó que Alfonso no tenga la mínima confianza en que, de regresar a la escuela, la situación
sería distinta para él.
Quiero por último
dejar muy claro que no me preocupa solamente la situación de mi hijo, (que por
supuesto además me duele), sino que me preocupan todos los niños y niñas que
están en una situación semejante, que están diagnosticados o no, pero que
sufren las consecuencias de un sistema educativo que no ha sabido encontrar la
forma de integrarlos e incluirlos a la educación regular, y que no ha logrado
despertar en los maestros y autoridades educativas la sensibilidad para
convivir y educar a niños que no solo merecen un trato justo y afectivo, sino
que además lo necesitan por ser seres humanos más vulnerables.
Con la esperanza
de que esta información sea de utilidad para que las cosas mejoren y logren
despertar sentimientos que todos, pero sobre todo quienes trabajan a favor de
la educación, deben tener a flor de piel, me despido con el compromiso de
seguir luchando como mamá por una educación más justa para todos.
ATENTAMENTE
EUNISE
TOVAR TORÚA
MAMÁ DE
ALFONSO TOVAR TORÚA
Tel.
Cel. 66 22 24 97 06
C.c.p. Mtra.
Gabriela Mora. Directora de Escuelas Primarias
C.c.p. Mtra.
Silvia Gutiérrez. Directora de la Escuela Primaria “Guadalupe Ortega de Súarez”
C.c.p.Lic. Raúl Ramírez.
Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Sonora
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