Fecha: lunes, 23 febrero, 2009
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Patricia Mercado: "Debemos golpear algunas veces juntas para abrir la brecha"
Por Alba Trejo
Guatemala, febrero (Especial de SEMlac).- Patricia Mercado es la única mujer en la historia de México que más votos obtuvo -un millón y medio- en las elecciones presidenciales de ese país en 2006, hecho que ella atribuye a su discurso, alejado de la retórica y fundamentado en la vida cotidiana.
En conversación con SEMlac, aprovechando su paso por esta ciudad, Mercado aseguró que es tiempo de que la mujer alcance mejores cuotas de poder, lo cual consideró posible, únicamente, si ellas se unen tan sólo unos minutos, olvidando ideologías, partidos políticos e intereses personales.
¿Qué significado tiene haber sido la mujer que más votos ha obtenido en la historia política de México como candidata a presidenta en una sociedad machista?
Es un logro y, a la vez, un mérito porque los votos que tuve son el reflejo de una nueva vida de las mujeres en México. Si bien todavía prevalece un comportamiento machista y sexista, la valoración de sí mismas es mayor, y eso comienza cuando reconoce en una mujer, en este caso en mí, que sí se puede. La población mayoritaria desconfía de la política, no cree porque no hay un lenguaje que hable de sus problemas cotidianos, hay simulación. Y el mensaje que di fue de temas de sexualidad, aborto y amas de casa, entre otros. Pero no es un mérito personal, sino una realidad que cambia.
En la carrera política, ¿cuál es el peor enemigo de una mujer?
La cultura de género. La mujer todavía no recibe a otra con los brazos abiertos si ella destaca en la vida pública, todavía hay nichos femeninos, techos de cristal, paredes de cristal. Tuve la suerte de que, en campaña, no hubo una mujer rival y ellas veían bien de lo que estaba hablando; sin embargo, la cultura de género hace que la competencia se convierta en una rivalidad destructiva. Los espacios alcanzados los defendemos como tigres y, aunque no hay agresión directa, buscamos que ninguna sobresalga, pero todo es producto de la cultura.
¿Cómo cambiar ese esquema de confrontación? Debemos ser conscientes de que esa realidad existe. Pensemos cada una que tenemos que ser conscientes, a través de la capacitación, del trabajo colectivo, de empezar a cambiar prácticas cotidianas y poner los problemas que nos molestan en la mesa, enfrentándolos.
A través de México Posible usted colocó en la agenda pública temas de equidad de género y violencia intrafamiliar, ¿en qué situación están esos logros?
Son temas planteados hace 30 años y en los que más consenso social se logró. De alguna manera, los pusimos en la agenda política y el logro es que ya hay presupuesto público para eso. Ahora mismo, hay un número de mujeres en el Senado preocupadas por generar recursos públicos para ese tema.
A su criterio, ¿quiénes respaldan más a las mujeres, los militantes de la izquierda o los de la derecha?
Sin duda, en la militancia de izquierda hay más comprensión del tema porque es más dada a plantear los problemas, pero eso no significa que haya una consecuencia absoluta. La derecha se mantiene con la concepción de familia, sigue en su postura de que la familia es el lugar donde la mujer tiene que estar inmersa.
¿Es válido que las mujeres sigan peleando cuotas de poder en pleno siglo XXI?
Creo que la agenda del siglo XXI es la de la equidad, no sólo para hombres y mujeres, sino para los pueblos en general. El siglo XXI empezó con profundos problemas de equidad. Se ha demostrado que en los países donde hay más mujeres con cuota de poder tienen una mayor calidad de vida, y eso es porque hay una mezcla de agenda política con los dolores cotidianos. En México existen estadísticas que señalan que si avanzamos a este paso vamos a tener una cuota de equidad de 60-40, pero dentro de 100 años.
Usted se autodenominó la candidata de las minorías ¿quiénes son las minorías de un país?
Yo he dicho que son los pueblos indígenas, los homosexuales, las mujeres, las amas de casa, y si yo represento a los discapacitados, soy la candidata de las minorías y ganaría la presidencia de la República. Es justo con esa diversidad con la que se tiene que plantear una política.
En una ocasión, usted dijo "es necesario que las legislaciones y políticas públicas tengan puestos los lentes de género", ¿a qué se refiere con esa frase?
A que todas las políticas públicas en las sociedades traen puestos los lentes de clase. Usar los lentes de género es, por ejemplo, la política de educación pública gratuita igual para las niñas y los niños. Es decir, "yo Estado, me pongo los lentes de diferencia de género y digo que esta política está llegando igual a mujeres y hombres". Cuando no te pones lentes de género, hay ceguera y, aunque todos en apariencia somos iguales, algo que dice que no todo funciona bien.
¿Qué hace falta a la mujer latinoamericana para lograr más espacios de participación política? Definitivamente, cambiar las leyes electorales y lograr cuotas de poder mínimo de un 70- 30 a nivel nacional. Leyes que le den acceso a participación política, pero también que partan de una nueva división sexual del trabajo, que concilien familia y trabajo. Mientras las mujeres tengan a su cargo casa y familia representa un gran esfuerzo, porque no tienen la misma condición del hombre, que no tiene que cuidar a los hijos, lo cual le da oportunidad de foguearse más en la política.
Usted cree fervientemente en los consensos entre mujeres de diferentes ideologías por unos minutos, aunque después sigan de rivales, ¿es viable para los países latinos ese tipo de relación? Sí, porque, además, los oprimidos tienen que juntarse en algún momento, de lo contrario no pueden seguir en sus luchas. La historia nos ha demostrado que se han unido indígenas o trabajadores, y han logrado beneficios. El pacto entre mujeres se debe hacer para lograr fuerza y cambios que nos favorezcan. Somos países con democracias débiles, hay mucha polarización política y las mujeres tienen más lealtad a sus partidos políticos... Pero debemos golpear algunas veces juntas para abrir una brecha y luego, si quieren, nos separamos
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