Silvia Núñez Esquer
Siempre que llega el 25 de noviembre hacemos reflexiones
sobre cómo nos encuentra, como nos llega, cómo nos toma ese día internacional
de lucha por la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas.
El 2019 no nos encuentra muy bien. Es el primer año desde
que iniciamos con la documentación de casos de feminicidio en que registramos
casi un centenar de mujeres y niñas asesinadas en Sonora.
Nos encuentra sorprendidas y dolidas por la muerte violenta
de mujeres entrañables que como todas las asesinadas no debieron morir. Mucho
menos a manos de hombres cercanos que se aprovecharon de su confianza para
acabar de tajo con su proyecto de vida.
Me refiero desde luego a mujeres como Raquel Padilla Ramos, cuyo
feminicidio produjo un sismo nacional a través de distintas voces que han
exigido justicia y reclaman ¡Ni una menos!
Y es que el día que murió Raquel, otras dos mujeres fueron asesinadas, y el lunes anterior otras
tres, igual que dos de sus niñas y varios niños masacrados.
Nos horrorizamos cuando tuvimos un jueves negro en mayo,
pues bien esa fue una semana negra. Y es que así es la violencia, si no la
paramos, escala y escala, hasta que forma parte de nuestras vidas
convirtiéndonos a cada una de nosotras en sentenciadas a muerte, violenta
claro, sin una fecha específica.
Nos llega este 25 de noviembre sin mecanismos reales de
protección con los que podamos sentirnos tranquilas.
Este 25 de noviembre nos encuentra también con una increíble
e irónica situación al interior del campus universitario.
Las alumnas que valientemente denunciaron acoso y
hostigamiento sexual desde años atrás, hoy están siendo denunciadas y procesadas
con el propio protocolo que impulsaron buscando acabar con la violencia de
género al interior de la Universidad de Sonora. Qué ironía, crearon un
mecanismo que hoy es usado en su contra.
Este 25 de noviembre nos dice que en Sonora también hay desaparecidos
y desaparecidas que permanecían en el subsuelo, hasta que llegaron las
rastreadoras a descubrir con sus varas y con sus palas que la dignidad de
muchas personas ha sido aprisionada bajo la tierra.
Este 25 de noviembre nos toma con un contexto de violencia
sexual imparable, para la que no existe indicio alguno de que podrá ser evitada
en un futuro inmediato.
Es más, la lucha es por hacer entender a quienes atienden
los casos de violencia, que sin perspectiva de género, será imposible llegar al
fondo de las causas para prevenir, atender, sancionar y erradicar todo acto
violento contra las mujeres y las niñas.
Feminicidio
En cuanto al Feminicidio este 25 de noviembre nos encuentra
con un ascenso a lugares insospechados de asesinatos de mujeres y niñas con
respecto de años anteriores.
Tan solo de 2018 a 2019 los asesinatos de mujeres subieron
en 213 %. Los casos catalogados como feminicidio por la Fiscalía general de
justicia del Estado de Sonora aumentaron en 67 %, según los reportes oficiales
del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública con datos
de esa instancia de procuración de justicia.
El panorama para las mujeres de algunos municipios es
desolador, pues se encuentran entre los de mayor incidencia de feminicidio en
el país. Son los casos de Nogales, Cajeme, Hermosillo, y San Luis Río Colorado,
todos ellos incluidos en la solicitud de Alerta de Violencia de Género de 26 de
junio de 2019, presentada por organizaciones del OCNF.
Pese a que la violencia familiar permanece en primer lugar
en tasa de incidencia de llamadas de emergencia al 911 durante 2017, 2018 y
2019, no se ha implementado una política de prevención al respecto.
Para
agravar la situación, el fenómeno de las fosas clandestinas descubiertas por
los colectivos de rastreadoras, que del total de personas encontradas sin vida,
han revelado más de doce cuerpos de mujeres, auguran un problema descontrolado
para el que no se tiene solución institucional.
No existen mecanismos eficaces de coordinación de las
instancias de las mujeres con organizaciones de la sociedad civil con expertise
en el tema de violencia contra las mujeres.
Parecería que entre más grave es la violencia contra las
mujeres y las niñas, más se relajan las instancias encargadas de garantizar la
seguridad y la integridad de las ciudadanas. No decimos que no hagan nada, lo
hacen, pero no mucho para proteger la vida y la libertad de las mujeres.
Nos están matando, nos están violando, nos están corroyendo
la vida poco a poco, porque el machismo es corrosivo. Nos discriminan, nos
violentan, hacen uso de nuestros cuerpos hasta acabar con ellos.
Abusan de su poder jerárquico, nos aplastan con reglamentos
inequitativos y nos despojan de los propios mecanismos que las propias mujeres
hemos impulsado, si no es que son utilizados en nuestra contra. Se apropian de
nuestras narrativas para utilizarlas a su conveniencia, y sin rubor alguno para
desarrollar una metodología de la simulación.
Así nos encuentra el
25 de noviembre, afectadas por el miedo, por el riesgo permanente, por la
ausencia de garantías a nuestra integridad. Pero también nos encuentra en un
momento de decisión, y sobre todo de unión, de confluencia entre los grupos
feministas y eso es esperanzador.
Resistiendo, convocando, transformando,
escuchando, y listas para no dejarnos paralizar de miedo como el patriarcado
quisiera. Aquí estamos, el 25 de noviembre nos encuentra, y nosotras lo
encontramos a él.
Congreso del Estado
de Sonora, Hermosillo, Sonora, 25 de noviembre de 2019
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