Más de un
año han permanecido resguardando las instalaciones de maquiladora
Silvia
Núñez Esquer/Mujer Sonora
Hermosillo,
Son., 29 mayo 2014.- El síndrome de la bodega acondicionada y habilitada como centro de trabajo se sigue
repitiendo en esta ciudad. Las condiciones deplorables en que laboraban más de
un centenar de personas fabricando ropa para el ejército, bomberos, policías,
pilotos y otros, de Estados Unidos, han
salido a la luz mientras sus empleados, en la mayoría mujeres, cumplieron
quince meses en huelga.
Con una
extensión de una manzana, sin anuncios
referentes a la actividad principal, y sólo un pequeño anuncio de oficinas de
Barrier Wear de México, resguarda todavía la maquinaria, un automóvil, y
mercancía que quedó empacada lista para ser enviada al país del norte.
Más de cien
mujeres y diez y seis hombres se turnan para cubrir las guardias de día o de
noche, según el rol que les toque. Muchas de ellas son jóvenes, las que menos tienen que perder, ya se han cansado
del movimiento de huelga que no parece tener fin, pues al principio la
Confederación de Trabajadores de México, CTM, las apoyó con agua, comida,
información constante sobre los traámites jurídicos, pero al iniciar el 2014,
las cosas cambiaron, la CTM las abandonó, las dejó a su suerte, coinciden en su
relato.
Otro grupo
de trabajadoras, las que cuentan con siete, diez u once años prestando su
servicios para la maquiladora norteamericana Barrier Wear, no se cansan, no
desisten, no quitan el dedo del renglón, quieren ganar el caso, esperan su
liquidación, y salarios caídos de acuerdo a la ley.
Son las
mujeres “grandes”, las de más de cuarenta o cincuenta años de edad, las que
saben que al terminar el paro, no volverán de nuevo a ser contratadas, ni ahí, ni
en alguna otra empresa, “por la edad”, se lamentan.
Techos
resquebrajados y emblandecidos por el agua, ya sea del sistema de ventilación o
de la lluvia, que a decir de las trabajadoras de la industria textil cuando
viene, “parece que va a arrancar los techos”. Y es que a pesar de la cloaca que
se destapó en junio de 2009 por la tragedia de la guardería ABC, en la que se
utilizaba una bodega con techo de lámina recubierto con poliuretano, los
centros de trabajo de obreras y obreros, siguen utilizando ese material para
techar las naves industriales. Al menos así es en la paralizada Barrier Wear.
Peor aún, se permite que inversionistas
extranjeros vengan a instalar sus negocios, a costa de los riesgos para las
trabajadoras, con un bajo salario y con las prestaciones mínimas. Sin salidas
de emergencia, a pesar de trabajar con material inflamable como lo es la tela,
con unos portones de deslizamiento lateral, es como libran las disposiciones de protección
civil.
Si bien hay
dos puertas más además de la principal, éstas permanecen cerradas con candado
por dentro. Para completar la simulación los portones corredizos tienen al
frente pintado en el piso como para dar un falso alivio, el símbolo de centro
de reunión, sin advertir que para llegar a él, primero habría que poder abrir
las puertas que a decir de las trabajadoras se cerraban con candado por dentro,
por lo que en caso de emergencia, habría los mismos inconvenientes que
surgieron en la guardería ABC ante la conflagración provocada por el incendio,
al no ser puertas diseñadas para abrirse con facilidad hacia afuera.
La
osteoartritis, dolor de columna, dolor de cabeza, ardor en los ojos, mala
circulación, son padecimientos que las obreras de la maquiladora textil
norteamericana Barrier Wear reconocen como enfermedades del trabajo. Sin
embargo, ninguna de éstas ha sido tratada como tal.
Hoy día la
preocupación es otra, que la huelga que estallaron el 28 de febrero de 2013
llegue a su fin con beneficios para ellas. Al principio paralizaron la empresa
por un aumento de cinco a ocho por ciento de salario, y diez pesos más a la
compensación diaria de cincuenta pesos que recibían por concepto de bono de
productividad.
La más
reciente oferta del “gringo” como le dicen al representante de la empresa Paul Stephen
Grillo, es de un millón de pesos repartido entre 116 mujeres y hombres que laboraban en la
maquiladora, condicionado a que le entreguen la maquinaria y todo lo que se
encuentra dentro de la nave industrial. Pero esa cantidad es irrisoria
comparada con lo que les corresponde, afirman.
Ante la
renuncia de su delegada sindical, y el abandono en que ha incurrido la CTM,
corporación a la que están afiliadas, las trabajadoras han tenido que buscar
sus propios mecanismos de acopio de información, y acciones de presión. Entre
ellas comparten las novedades a que alguna tiene acceso indirectamente. Como
medida de presión, han organizado varias manifestaciones ante palacio de
gobierno para exigir al ejecutivo que haga algo para obligar a la Junta de
conciliación y arbitraje a que resuelva a su favor. Otra acción es manifestarse
frente al consulado americano en Hermosillo.
Nada hasta
ahora les ha dado resultado. En una improvisada carpa de cartones, y otros
materiales reciclables, utilizando una gran bandera rojinegra como techo, han
permanecido los últimos quince meses por la calle Juárez esquina con Fronteras. Sin alguien que les lleve agua, un poco de
comida, o algún otro insumo, estas mujeres tan sólo cuentan con ellas mismas y
con sus compañeras. Juntas sobreviven, se dan aliento, se cuentan la
precariedad que ha invadido su vida y las consecuencias de las deudas no
saldadas, mientras “el gringo paga y paga amparos”.
Con dos
huelgas en su haber
María
Alejandrina Sesma trabajaba en la maquiladora textil Barrier Wear como inspectora.
Es una de las más convencidas de la huelga, de que no se debe levantar mientras
no consigan lo justo. Está segura de que se merecían el aumento de diez pesos
en el bono de productividad, pues tenían quince años recibiendo cincuenta
pesos, y querían diez más. Para otorgárselos, la empresa les pedía miles de
piezas más diariamente lo cual consideraban injusto.
Esta madre
de familia, sostén de su casa acude sin falta a sus guardias en domingo, pues
fue el día que escogió para poder trabajar entre semana en alguna otra empresa
y poder obtener algún ingreso mientras se resuelve el conflicto laboral.
En la misma
semana que cumplen los quince meses de huelga, como trabajadora Alejandrina vivió
la experiencia del estallamiento de huelga en otra empresa textil, la Cactex,
misma que fue declarada inexistente por favoritismo de la Junta de conciliación
y arbitraje hacia la empresa, según han considerado las trabajadoras.
La misma
semana hizo guardia en Cactex, y en Barrier Wear, lo que le parece muy pesado
pues debe cumplir con ambos compromisos. Lo que le inspira a continuar no sólo
es la necesidad, sino que es su derecho, afirma determinante.
Once años
trabajando, uno de huelga
Santa Ana
Careaga Navarro es una mujer de 52 años, que laboraba desde hace once como operadora, en la maquiladora Barrier Wear. Es otra de
las sindicalistas que no falla a sus guardias. Ella asiste de noche pues es el
horario que más se acomoda para cumplir con el movimiento al que considera muy
justo pues el trabajo que desempeñaban es de calidad, y cumplían oportunamente
con sus metas.
Asegura que
a la ropa para policía, bombero o piloto, ellas le colocaban las etiquetas de
“Hecho en México”, y en Estados Unidos se las cambiaban por otras que decían:
“Made in USA”. Santa Ana considera que la huelga no se debe levantar sin
conseguir lo que piden, pues no es justo que después de un año no les den nada.
Además piensa que a su edad no le darían trabajo tan fácilmente en otra parte.
La
información que tiene es que los socios de la maquiladora les ofrecen un millón
de pesos repartido entre todas y todos los trabajadores, o las pertenencias que
están dentro de la fábrica. Sin embargo, ella es de las resueltas a que les
otorguen las dos cosas, sólo así terminarían el movimiento de huelga, afirma.
A pesar de
que el negocio está enfrente de la comandancia de policía, Santa Ana asegura
que no es fácil hacer guardia de noche, pues peligran al estar solas, incluso
ya se les han metido personas en situación de calle que piden posada, y en una
ocasión se resguardó un joven que acababa de robar y lo venían siguiendo.
En cuanto
al respaldo sindical hasta ahora no tienen apoyo de la CTM, “estamos
olvidadas”, afirma, a pesar de que han ido a medios de comunicación a difundir,
pero la CTM “no nos toma en cuenta, pues ni vienen a darnos la vuelta”. A quince meses de huelga, opina
que las guardias son para cuidar la maquiladora, pero también van a cuidarse de
la CTM para “que no nos robe”, advierte.
Osteoartritis
herencia laboral
Inspectora
durante siete años en la maquiladora textil Barrier Wear, Ana Elsa Sandoval
Robles narra lo pesado de estar en huelga durante más de un año. “¡Si supiera
qué sufrimiento!: Pasamos lluvias, hambre, sed, de todo…” Lo que más recuerda
es la lluvia del año pasado, memorable porque arrancó muchos árboles en
distintos sectores de la ciudad. Ana Elsa recuerda ese, como el momento más
difícil pues entre todas las encargadas de su guardia, detenían las lonas,
cartones, y banderas con que han formado un pequeño refugio para pasar las
horas que les toca cuidar las puertas de la empresa en huelga.
Es muy
triste cuando se acaban los insumos domésticos como el gas que se le acabó hace
meses y hasta ahora no ha podido reponerlo. Por el contrario, a la fecha ya le
cortaron los servicios de agua y electricidad, por lo que tiene que ir a pasar
las horas de mayor temperatura a casa de su hija, cuenta. Ayudando a cuidar
niños es como ha podido obtener un poco de ingreso, pues con 57 años de edad
comenta que no en cualquier parte le dan trabajo.
Con gusto
cuenta que ella trabajaba muy contenta como inspectora revisando la ropa que no
llevara ninguna falla. Uniformes para el ejército americano, para bomberos,
para pilotos, para alpinistas, y ropa de seguridad, es lo que Ana Elsa debía revisar.
A pesar de
que el ambiente laboral lo describe como agradable, afirma que tenían miedo por
el techo de lámina con recubrimiento de poliuretano, las puertas de lámina
cerradas por dentro con candado, por el recuerdo latente del incendio de la
guardería ABC donde murieron 49 niñas y niños.
Quien en el
pasado trabajara en el parque industrial y también en la elaboración de
coyotas, cuenta que otro de los detonantes para estallar la huelga es que observaron
que los dueños empezaron a retirar cierta maquinaria, además de que
indemnizaron a las personas que tenían más antigüedad, y cuando solicitaba
crédito en fonacot les decían que no podían otorgárselos porque esa empresa
cerraría pronto. Estos actos y la retención de salarios, levantaron sospechas de
que desaparecería la empresa, como ha sucedido con otras
maquiladoras de dueños extranjeros que se esfuman de un día para otro, sin
cumplir sus responsabilidades con las y los trabajadores. De esa forma
decidieron detener un embarque muy grande que estaba listo para salir a Estados
Unidos, y cerraron las puertas de la empresa.
Luchando
por calmar el padecimiento de articulaciones, y con sólo medicamento para el
dolor suministrado por el IMSS, Ana Elsa define tajante que ella, al igual que
sus compañeras, no se retirarán de la huelga de Barrier Wear con la oferta más
reciente de “los gringos”, “sólo con el
millón y lo que está adentro” aceptaríamos, finaliza.
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